La bonaverense Leydi Bonilla denunció que Wilmar Ayoví, su esposo y padre de sus hijos, fue torturado y asesinado en Bolivia.

La ciudadana relató que su compañero sentimental trabajó durante cinco años en Chile hasta diciembre del año 2024. Luego, regresó a su tierra natal, Buenaventura, para pasar un tiempo con su familia.

La ama de casa bonaverense Leydi Bonilla denunció que Wilmar Ayoví, su esposo y padre de sus hijos fue torturado y asesinado en Bolivia. Ella trabaja vendiendo jugos en Buenavetura. | Foto: El País

“Él era padre de tres hijos, la mayor, de 21 años y producto de una primera unión, y los hijos que tuvo con Leydi, de 13 y 16 años de edad, respectivamente. Luego, en marzo de este 2025, Ayoví viajó hacia Bolivia, pues en Chile había conocido a personas de ese país que le indicaron poder ayudarle con un empleo en ese país, por eso se desplazó Cochabamba”, señaló Leydi Bonilla en diálogo con El Tiempo.

La mujer, además, indicó que este ciudadano iba a trabajar en siembra de cultivos. No tenía más información de esa labor, pero a veces no le entraba la señal, cuando él trataba de comunicarse por su teléfono celular.

“En un comienzo me confié porque él decía que se quedaba sin señal y pasaban días sin hablar, pero, el pasado 3 de abril, cuando el mayor de los dos hijos con ella cumplió los 16 años, a la vendedora de jugos en la Zona Franca de Buenaventura le sorprendió que Ayoví no hubiera llamado. Él nunca dejaba de hacerlo. Siempre estaba pendiente de sus hijos, de sus cumpleaños”, agregó la ama de casa. Después confirmó su muerte.

Luego, y a través de un audio de WhatsApp, entendió el trágico final de su esposo. Este mensaje fue el último de los que le envió a Leydi, el 21 de marzo de este año. “No se entendía nada de lo que dijo, solo que él preguntó: ‘¿Quién anda ahí?”, dijo Leydi. Ella piensa que ese día fue asesinado, pero en un primer momento no tenía conciencia de ello.

Wilmer Ayoví viajó a Boliviar para trabajar en ese país, de acuerdo con la oferta realizada por unos amigos. | Foto: AFP or licensors

Pasó el tiempo sin saber bien el final de Wilmar Ayoví, hasta que un amigo de la familia, y quien había ayudado en el viaje de la víctima a Bolivia, se desplazó hasta la casa donde pasaba la noche, junto con unos conocidos bolivianos. En ese momento ya se confirmó el trágico final de este ciudadano, porque al amigo le indicaron que debía ir a la morgue para responder su pregunta sobre el paradero de este ciudadano.

“La casa donde él se quedaba estaba vacía, pero le dijeron que habían encontrado un cuerpo. Él fue a la morgue y confirmaron que era Wílmar, por eso ya nos enteramos que fue encontrado amarrado, con señales de tortura”, contó Leydi Bonilla, quien trabaja vendiendo jugos en Buenaventura.

De ahí que la mujer empezó una cruzada para lograr traer el cuerpo de su pareja y el padre de sus hijos.

Ante este trágico caso, la mujer pidió apoyo a la Personería de Buenaventura, de ahí que sus funcionarios se comunicaron con funcionarios del Gobierno Nacional y de la Cancillería para alertar sobre este asesinato.

Por ahora, las autoridades colombianas le dijeron que debe esperar a que avance la investigación del homicidio de este bonaverense para entrar a tramitar la repatriación del cuerpo. El problema es que ese traslado le implica a la vendedora de jugos pagar unos 20 millones de pesos.

“Yo no tengo toda esa plata. Yo trabajo vendiendo jugos y ahora mi preocupación son mis hijos, y sacarlos adelante”, confesó la ama de cada al momento de pedir ayuda a la ciudadanía porque no sabe qué camino tomar, comenzando por el empleo, pues no es sencillo vivir de la informalidad, como ella lo hace.

Leydi Bonilla, una bonaverense que vive con sus hijos adolescentes en el humilde barrio Cascajal en Buenaventura. Es un sector en medio de la pobreza de la zona insular de esta ciudad. | Foto: El País