Por Cinecolor, especial para El País

Del odio al amor hay un paso e Ivy y Theo, Los Roses, lo saben. La actriz ganadora de un Óscar y un Emmy, Olivia Colman, y el actor nominado al premio de la Academia, Benedict Cumberbatch, protagonizan la nueva comedia, dirigida por Jay Roach y escrita por Tony McNamara, que reimagina la película clásica de 1989: La Guerra de los Roses, dirigida por Danny DeVito y basada en la novela original de Warren Adler.

El filme actual, Los Roses, explora el desorden emocional, la ambición y el absurdo de las relaciones modernas con tono mordaz, hilarante y humano, de la mano de actores expertos en hacer reír a la audiencia. Hablamos con Tony McNamara, quien escribió la comedia que reimagina el clásico hilarante dirigido por Danny DeVito en los años 80.

Kate McKinnon y Andy Samberg en THE ROSES. Foto: suministrada por Cinecolor | Foto: © 2025 Searchlight Pictures

¿Por qué consideró este como el momento adecuado para volver a contar esta historia?

Me interesaba explorar lo mucho que ha evolucionado el concepto de matrimonio, hay aspectos dentro de nuestra sociedad actual que lo hacen diferente y desafían su existencia. Es un terreno que me permitía desviarme radicalmente de lo que había hecho. Es una película empática con las personas que intentan sostener un matrimonio. Juega con la idea de lo difícil que es, cómo puedes esforzarte muchísimo, pero el azar a veces lo arruina todo. Nos interesaba entender cómo hacen las personas para mantenerse unidas. La primera película (con Michael Douglas como Oliver y Kathleen Turner como Bárbara) se separan; la nuestra habla más de por qué las personas se separan.

¿Quiénes son Theo e Ivy Rose, los otros Rose?

Él es arquitecto y ella, chef. Ambos son británicos y al conocerse, se mudan a los Estados Unidos para hacer realidad sus sueños y tener más libertad creativa. Luego se enfrentan con ciertas realidades y tienen hijos y alguien debe cuidar de ellos y alguien debe llevar dinero a la casa: cuestiones con las que todas las parejas casadas deben lidiar.

¿Qué los atrae el uno al otro al principio?

Los une su ambición, que es también lo que hace difícil que puedan permanecer juntos.

Un punto de inflexión es cuando la carrera de Theo colapsa, mientras la de Ivy despega, ¿de dónde surgió la idea?

Quise invertir sus circunstancias. Al principio, Theo tiene lo que desea: validación personal y profesional. Está a punto de dejar su marca y convertirse en arquitecto estrella. Ivy cuida de los niños y dirige su pequeño restaurante. Quise que la aleatoriedad de la vida diera vuelta a todo eso. Ambas carreras son absorbentes, adictivas y personales.

La idea surgió de la vida real, los del equipo de la película estamos algunos casados con actores (McNamara lo está con la actriz australiana Belinda Bromilow), o hay actores casados con guionistas y productores; nuestras carreras tienen altibajos. En la película Theo debe enfrentar el desafío del fracaso, e Ivy el desafío del éxito.

Olivia Colman y Benedict Cumberbatch en THE ROSES. | Foto: © 2025 Searchlight Pictures

¿Qué les provocó ese intercambio de roles, como pareja?

Él se convierte en un fracaso de la noche a la mañana cuando una horrible tormenta, que tiene lugar el día de la presentación de su nuevo edificio, hace colapsar la estructura debido a una falla técnica. Al mismo tiempo, dicha tormenta desvía el tráfico hacia el restaurante de Ivy, donde un reconocido crítico gastronómico de la ciudad de San Francisco acaba yendo a cenar. Al día siguiente, ella recibe una excelente crítica y se convierte en una estrella culinaria, mientras que él se vuelve el hazmerreír de todos.

Si bien Theo se vuelca por completo a sus hijos y a ser un amo de casa, e intenta dejar todo atrás, el hecho de no poder cumplir su verdadera ambición lo carcome. El pequeño detalle de que va a morir siendo un perdedor y objeto de burla, lo atormenta. Ese pequeño detalle. Y ella, probablemente, adora su nuevo éxito más de lo que debería.

Hay una línea en el guion en la que ella dice: «Tengo una necesidad un poco insana de agradar a los demás, de tener la aprobación del público». Es porque ella creía que ya había dejado atrás esos sueños, y de repente, vuelven a aflorar. Tanto Ivy como Theo están atrapados en escenarios diferentes, con sus propias psicologías de las que no pueden salir.

¿Qué rescata de Ivy y de Theo como pareja?

Ambos están atrapados en escenarios diferentes, con sus propias psicologías de las que no pueden salir, me gusta que siguen intentando salir de ahí, a menudo de formas tontas, sin enfrentar la esencia de sus problemas. Eso les pasa factura. La tragedia es que son dos personas que quieren expresarse a sí mismas, pero están atrapadas juntas y no saben cómo metabolizar todo eso en una relación sana.

¿Qué hace que Benedict Cumberbatch y Olivia Colman sean tan perfectos para interpretar a Theo y Ivy?

Yo sabía que se trataba del proyecto de Benedict y Olivia cuando me uní al proyecto. No suelo escribir con las voces de un actor o una actriz determinados en mi mente. Pero conocía los ritmos de Olivia por su trabajo en La Favorita [que McNamara escribió, y por la que Colman obtuvo un Oscar a mejor actriz].

Lo que fue genial de contar con Olivia es que es una actriz dramática brillante. Y yo sabía que quería que el guion se volviera oscuro. No exactamente como ‘¿Quién le teme a Virginia Woolf?’, pero en esa línea. Y Olivia y Benedict no han hecho nada juntos antes. Cuando eso sucede, nunca sabes cómo irá a ser la química, sin importar quiénes sean los actores. Pero ya en su primera escena, quedamos todos como: «Cielos, es como si hace años estuviesen casados». Tenían un ritmo y una conexión. Fue una sensación increíble”.

¿Cómo son Theo y Ivy como padres?

Ambos son buenos padres, cada uno con su ligera idiosincrasia. Ivy es muy despreocupada: «Coman todo el azúcar que quieran, hasta vomitar». Y cuando Theo se convierte en el padre más dominante, es mucho más estructurado y parecería ser un mal padre, en el sentido de que los empuja a ser buenos atletas (siempre exigiéndolos al ciento por ciento, y sin poder evitarlo) pero luego descubren que eso es lo que estos niños adoran.

Él se siente frustrado y ella está todo el tiempo trabajando, así que no tiene tiempo para tomar el control.

Como suele suceder, el caos de los hijos tapa muchos de los problemas [en un matrimonio]. Están siempre allí, hasta que, en un momento dado, ya no lo están. Y cuando eso finalmente sucede, es un shock porque Ivy se da cuenta de que se ha perdido su infancia. De repente se encuentran solos en esta hermosa casa, pero guardan todo este resentimiento por cómo llegaron a ese punto”.

Su casa es imponente, y algo que construyó Theo y que ha pagado Ivy. ¿Qué papel juega?

¿En este punto de la historia, Theo podría lidiar con su ego, volver al trabajo y aguantarse. Ivy, por su parte, podría no abrir una franquicia de su negocio. Ambos podrían ser versiones menos exitosas de sí mismos frente al mundo. Pero ninguno de los dos quiere hacer eso. A esa altura, ninguno de los dos quiere dejar de lado su ego en pos de su matrimonio. Y creen haber encontrado la solución perfecta: construir esta ridícula casa. Creo que ambos piensan: «Que la casa sea nuestra salvación, y no enfrentemos lo que realmente sentimos el uno por el otro. En lugar de confrontar nuestros egos y deseos, volquémonos por completo a algún proyecto externo»”. Entonces qué significa esta casa para ambos? “Yo elegí la carrera de arquitecto para Theo para que la casa cargara un profundo significado personal. Es su redención, y ella la pagó. De alguna manera, es el clímax de sus ambiciones. Tenía que significar algo a un nivel más profundo.

demás, está el otro aspecto de que Theo quiere reinventarse ante los ojos de Ivy. Siente que no solo el mundo piensa que es un perdedor, sino que ella también lo piensa.

Hacia el final, uno de ellos dice: «De hecho, ha sido casi divertido, de repente, estar enfocados el uno en el otro». [Mientras trabajan en ella] logran tener la atención del otro, que es lo que venían buscando desde hace tiempo. Están tratando de decirse: «Estoy herido. ¿No lo ves?»”

Es en esa casa donde LOS ROSES presenta una de sus escenas más graciosas, en una cena que Theo y Ivy organizan para sus amigos. ¿Qué tan divertido fue escribir esa escena? Adoro escribir escenas de cenas. Es una de mis cosas favoritas. No había planeado hacerlo, pero fluyó muy rápido. Simplemente pensé: «Quizás deberían dar una cena», y luego la escribí de un tirón en una tarde.

Lo que hace que las cenas sean geniales es que concentran todo en un mismo ámbito que es muy íntimo, pero también público al mismo tiempo. Intentas mantener la compostura, pero no puedes, y estás bebiendo demasiado, y los problemas de todos quedan expuestos.

Esta escena me pareció una muy buena forma de usar la casa y sus egos para mostrar dónde están realmente el uno con el otro en ese momento. Hay una fachada en toda cena formal, y lo bueno de una cena entre amigos es que se presta de forma natural a despedazar eso.

Jay Roach ha realizado una serie de películas desopilantes, desde Austin Powers hasta La Familia de mi Novia. Pero también dramas serios como El Escándalo y Trumbo. ¿Qué hizo que se convirtiera en el director ideal para Los Roses?

Jay es perfecto para esto. Es una leyenda de la comedia, ha hecho algunas de las mejores comedias que existen. Pero además tiene un gran corazón y una sensibilidad especial para el drama humano. Entendió de inmediato de qué se trataba esto. Tiene un enorme respeto por el guion, y lo fuimos mejorando constantemente en los meses previos al rodaje. Es un artista respetuoso que adora las personas creativas, y lo que aportan esas personas. Sobre todo, sabe exactamente dónde está la comedia en esta historia. Fuimos muy afortunados de contar con él.

Este guion se apoya mucho en la brecha cultural entre ingleses y norteamericanos. ¿De dónde surgió ese aspecto?

Yo soy australiano, pero vivo en Londres y paso mucho tiempo obviamente trabajando en los Estados Unidos, con estadounidenses. Me pareció interesante combinar esa forma casi excesivamente articulada de hablar de los norteamericanos frente a la parca expresividad de los británicos. Sentí que era una situación graciosa para plantear esa sensación de “pez fuera del agua”. Y, como australiano, para mí fue una oportunidad de escribir sobre dos culturas a las que estoy muy ligado, pero de las que también me siento algo separado. Ese ingenio rápido de Theo y Ivy es muy británico, que es una cultura que se vale mucho del humor, la agudeza y el sarcasmo. Pero, al mismo tiempo, ese tipo de humor los mantiene alejados de su vida emocional, y nosotros pudimos usar eso”.

¿Qué dice este filme sobre el estado del matrimonio en el mundo moderno?

Que en una sociedad que insta a las personas a tener una vida familiar plena y una carrera exitosa, es difícil alcanzar ambas cosas cuando tienes tantas presiones. En los años 60 o 70 había menos mensajes diciéndole a la gente lo que debían ser y cuán importante era ser o hacer algo especial; se podía vivir una vida buena y feliz. Si estabas casado y tenías hijos y eso iba bien, era suficiente. Ahora hay un elemento en el sistema capitalista que tironea a las personas y las separa. Y eso no ayuda a ser un matrimonio feliz.

El dato

Para McNamara, el caos de los hijos tapa muchos líos en un matrimonio. “Un día la pareja está sola en una bella casa, y sale ese resentimiento por cómo llegaron a eso”

(*) Cinecolor