Por Sergio Villamizar, Colprensa

Una recopilación de textos que reflexionan sobre la coyuntura social y política del país, pero que van mucho más allá, hacen parte de ‘No llegó el cambio y hacia atrás asustan’, el nuevo libro del poeta, narrador y ensayista William Ospina.

Luego de tres años del Gobierno de Gustavo Petro, el autor tolimense plasma su pensamiento político en estas páginas, analizando y diseccionando esa promesa del cambio.

Aquí confiesa que en las elecciones a la Presidencia del año 2022 tuvo la sensación de que habían dejado atrás las viejas maquinarias del poder y asumían con seriedad el cambio.

“No acompañé a Petro en su campaña, pero sigo pensando que era una propuesta de cambio, pero no veía posible que se abriera camino, aunque él ganara. Ni por la personalidad de él ni por las condiciones históricas del país”, dijo.

“En cambio, veía en la propuesta de Rodolfo Hernández no un afán de cambiarlo todo, sino un afán de combatir algunas cosas que es fundamental cambiar”, expresó acerca del fallecido político santandereano.

No llegó el cambio y hacia atrás asustan de William Ospina. | Foto: Suministrada

Sobre el actual Presidente, afirmó que “a lo largo de estos tres años del Gobierno de Petro, he tratado de seguirle el paso y ver qué tanto se animaba a realizar los cambios que yo creo que el país tanto necesita. Hay algo en su discurso que a mí me parece acertado, pero, cuando lo veo tratando de llevarlo a la práctica, contestando con todo lo que es el viejo establecimiento, no me parece que combata la corrupción o eche a andar un proyecto de economía nueva”, continuó Ospina.

En estos ensayos, según el autor, habla de lo que se debe hacer en Colombia y no se ha hecho.

“He tratado de pensar el país, pero sin seguir ninguna cartilla, ni a la luz del marxismo, ni de lo que nos dijeron de Europa que teníamos que pensar de nosotros mismos. He tratado de pensar el territorio, la geografía, nuestra naturaleza, nuestra composición humana y nuestras culturas. En esa medida, no respondo a ninguna doctrina ni a ningún partido; no hago parte de ningún rebaño. Comparto algunas ideas que formula la izquierda, así mismo no comparto muchas otras”.

El presidente, Gustavo Petro, en el consejo de ministros del 19 de agosto de 2025, en Bogotá | Foto: Joel González - Presidencia de Colombia

Enfatiza que “esos términos de izquierdas y de derechas me parecen irreales en estos tiempos, porque aquí buena parte de las guerrillas se llamaron de izquierda, y buena parte de los gobiernos que nos llevaron a la catástrofe se llamaron de derecha; lo mejor es tratar de pensar un poco más allá”.

Recordó que creció bajo la influencia de la violencia que azotó al país en los años 50 del siglo pasado.

“En Colombia es una enfermedad la polarización, en la que medio país tiene que odiar al otro medio país para siempre, lo que me parece que es lo que le ha impedido a Colombia avanzar en muchos campos. Aquí todo el mundo quiere la paz, el problema es que todos la quieren de una manera distinta”, comentó.

Ratifica que en Colombia existe una necesidad urgente de cambio, pero no con la propuesta hecha por Petro, “porque me parece que ha reducido el cambio a seguir haciendo forcejeos con una clase política corrupta y no avanzar en el proyecto fundamental de crear una economía legal en Colombia”.

El autor de novelas como ‘El país de la canela’, ‘Ursúa’ y ‘La serpiente sin ojos’ ha perdido la esperanza de que el actual Gobierno emprenda el cambio que había prometido y, aunque todos los ensayos de su nuevo libro son críticos, aseguran que son una crítica leal, sin insultar o descalificar a nadie.

“Veo que Petro no va por el camino de la transformación histórica que había prometido, y de esa manera se da continuidad a un montón de males. Además, se corren muchos riesgos, porque Colombia es un país de violencias cíclicas, donde cada 40 años se presenta una oleada de sangre tremenda, y con eso no se puede jugar”, aseguró el escritor tolimense.

Para Ospina, “el más reciente de los males de Colombia tiene 80 años, y es la falta de una economía legal en grande, que ofrezca trabajo, alternativas para la gente. A mí no me asombra cuando descubro la coincidencia de que en 1944, cuando se diseña la economía de posguerra, fue el año en que prácticamente comenzó la guerra en Colombia, que no ha parado hasta hoy. Fue el año en que se decidió que países como Colombia no serían industrializados sino tributarios de las grandes economías. Desde entonces, nos volvimos repúblicas bananeras, cafeteras, ganaderas y petroleras. La posibilidad de generar una industria robusta y sólida, quedó eliminada de nuestra agenda”.

Desde su perspectiva, el condenar a Colombia a una economía dependiente, forzosamente condujo al país a un capitalismo mafioso.

“Se arrasó con la agricultura minifundista y los que no fueron desplazados terminaron haciendo parte de la guerrilla. Muchos campesinos no quisieron terminar haciendo parte de los cordones de miseria de las ciudades en pleno crecimiento, donde no les estaba esperando un empleo por la falta de dicha industria”.

“Lo absurdo en Colombia es expulsar a los campesinos de sus tierras y recibirlos en ciudades donde no hay futuro, lo cual solo produce delincuencia. La historia de este país en las largas décadas ha sido la de un Estado delincuente que criminalizó al país, y es donde veo la fuente de todos los males de Colombia. No se abrió un campo de una economía legal que pudiera absorber toda esa iniciativa y todo ese talento que terminó en la criminalidad”.

Que Colombia cuente con un Estado que no puede hacer presencia activa en cerca de medio país, para William Ospina, no es solo una total vergüenza, también es la demostración de cómo fracasaron sucesivos gobiernos en entender el país.

“Como no había una fuente sólida de empleo, el Estado se convirtió en el principal banco de empleos, por lo que la lucha por el poder, el manejo del Estado, se convirtió en una lucha a muerte. Por eso, en Colombia cada que se van a realizar elecciones, es como si se fuera acabar el mundo”, dice.