Lo que debía ser una fiesta de fútbol terminó convertido en una noche de violencia en el estadio Metropolitano Roberto Meléndez de Barranquilla.

El lunes 18 de agosto, durante el partido entre Junior y Atlético Bucaramanga por la séptima fecha de la Liga BetPlay 2025, se presentaron graves disturbios dentro y fuera del escenario que dejaron varios heridos, entre ellos tres uniformados de la Policía Metropolitana.

Aunque en principio estaba prohibida la entrada de hinchas visitantes, cerca de 100 aficionados del Bucaramanga aparecieron en la tribuna occidental. Su presencia pasó inadvertida hasta que Fabián Sambueza anotó el gol de su equipo.

En ese momento, los seguidores celebraron con fuerza y fueron identificados por los hinchas del equipo local. Según relató un periodista durante la transmisión, esa situación encendió los ánimos y provocó que integrantes de la barra brava del Junior se dirigieran hacia ellos, lo que derivó en una fuerte pelea en la gradería y obligó a suspender el partido por algunos minutos.

La intervención de la Policía buscó frenar los enfrentamientos, pero la violencia escaló rápidamente. Pues de acuerdo con los reportes oficiales, tres uniformados resultaron heridos, entre ellos: el subintendente Miguel Ángel Oyola Lizcano, de 34 años, con dos lesiones en la cabeza por impacto de objetos contundentes; la auxiliar Valentina Epalza García, de 20 años, quien sufrió golpes en diferentes partes del cuerpo; y la auxiliar Any Paola Jaraba Barrios, de 22 años, que cayó por las escaleras de la tribuna occidental. Los tres fueron trasladados a la Clínica Regional del Caribe de la Policía Nacional, donde permanecen bajo observación médica.

Sin embargo, los desórdenes no se limitaron a las tribunas, y una vez finalizado el encuentro, que terminó con victoria 2-1 del Junior gracias a un doblete de Steven ‘Tití’ Rodríguez, también se registraron enfrentamientos en los alrededores del estadio.

Videos difundidos en redes sociales muestran peleas a puños y con objetos contundentes, lo que generó pánico entre familias y aficionados que intentaban evacuar el escenario.

Incluso el desarrollo deportivo se vio afectado, cuando una de las cámaras del VAR, ubicada en el arco sur, tuvo que ser retirada debido a los disturbios, dejando el partido sin asistencia tecnológica durante varios minutos. Esa ausencia coincidió con dos penales a favor del Junior que fueron protestados con vehemencia por el Bucaramanga, lo que aumentó la polémica alrededor del compromiso.

La violencia terminó por opacar la victoria rojiblanca y dejó en entredicho las medidas de seguridad implementadas en el Metropolitano.

En redes sociales, las imágenes de los enfrentamientos se viralizaron y reabrieron el debate sobre la presencia de hinchas visitantes y el control de las barras bravas en el fútbol colombiano.

De momento, se espera que Dimayor defina las sanciones correspondientes sobre las malas conductas de ambos equipos, y que la Policía fortalezca sus operativos para evitar que hechos como estos continúen siendo repetitivos.