El fútbol, el ejercicio deportivo más bello del mundo, el que moldea ídolos y corona reyes, ha sido protagonista en múltiples situaciones y no precisamente en el terreno de juego, sino por los escándalos de violencia de género en los que se han visto implicados jugadores que militan en las filas de clubes reconocidos.
Para muchos, los futbolistas no solo son figuras públicas, sino “ejemplos a seguir”. El último escándalo lo protagoniza el colombiano Sebastián Villa, jugador de Boca Juniors de Argentina, y puso en la mesa en debate sobre lo que debe hace su club al respecto, al ser señalado de agredir físicamente a su expareja.
Aunque son muchos los clubes que se jactan manifestando que forman parte de los equipos que buscan erradicar y luchar contra la violencia de género, son pocos los que se atreven a tomar verdaderas medidas, radicales y dignificantes frente a la situación de la mujer, en la mayoría de casos agredidas por su pareja sentimental, quien termina siendo villano en su casa y héroe en su club.
En medio de su ‘seudo lucha’ y ‘compromiso’ con la erradicación de la violencia de género, algunos clubes deciden finalizar el contrato y expulsar al futbolista de su club, como fue el caso de Renato Ibarra, jugador ecuatoriano que fue denunciado por su esposa por maltrato físico y a quien el club América de México le suspendió el contrato definitivamente.
Otros toman medidas menos drásticas, acuden a la suspensión de una o dos fechas sin jugar, y están los que anulan y minimizan la situación al no tomar ninguna medida, como si no hubiera pasado nada. Finalmente son solo mujeres y el fútbol es “el deporte rey”, en el que unos cuantos tienen su corona. Esa parece ser la conclusión.
Por otro lado, las mujeres son doblemente victimizadas, ahora no solo por su agresor, sino por algunos hombres, quienes sacan a flote su masculinidad patriarcal y en su calidad de hinchas salen a defender al agresor, justificando su violencia con frases como “ella se lo buscó”, “quién sabe qué habrá hecho”, entre otras frases que cobijan el accionar del futbolista implicado.
Son diversos los puntos de vista en torno a la relación fútbol-violencia de género. Coincido con la idea de que un deporte tan hermoso como es el fútbol, que tantas alegrías y tristezas lleva a sus espaldas, que estremece cuando de un buen duelo se trata y enaltece ídolos por sus capacidades dentro de la cancha, también debe ‘ponerse la 10’ cuando de ejemplo y responsabilidad social se trata.
El fútbol no solo puede ser un deporte rey por su espectáculo. Debe ser rey comprometido con el respeto y la exaltación de los buenos valores. El deporte es parte importante de la socialización humana, que prevalece en la infancia y en la juventud, así que no solo
entretiene, sino que forma, y eso lo hace responsable de la conducta de sus jugadores dentro y fuera del campo de juego.