Contrario a la creencia popular, la vida y la identidad personal no están definidas por un gran y único amor. En realidad, como afirma la escritora caleña Ita María en su nuevo libro, somos “la suma de todos los afectos”.
De hecho, hay afectos que nos marcan para siempre, no solo las relaciones de pareja, también el amor familiar y la amistad, formas que, desde su experiencia personal, la escritora analiza a la luz del feminismo y los cambios en las relaciones interpersonales del presente.
A su paso por Cali, donde presentó ‘La suma de todos los afectos’, Ita María habló de por qué la cultura caleña puede calificarse de afectuosa.
—¿Cómo es que esta ciudad define nuestra forma de amar?
Para mí es imposible pensar y escribir por fuera de la caleñidad, y en el libro hago un recorrido por esas formas en las que aprendemos a amar, a través de los tres grandes afectos de nuestras vidas: la familia, la amistad y la pareja, que en Cali tienen un contexto muy particular.
Los espacios que habitamos construyen relaciones, en mi caso, desde la amistad en el kínder, o en el Liceo Benalcázar, donde estudié, que tiene una larga tradición en la ciudad. También aprendemos a relacionarnos desde los barrios, como Los Álamos o Las Quintas de Don Simón, donde vivió mi familia.
Asimismo, en Cali conocemos el amor mediado por particularidades culturales como la salsa, el baile, las fiestas y eventos como la feria.
—Pero en la ciudad subsisten formas de afecto conservadoras, ¿cómo lo analiza ante las nuevas afectividades?
Cali, como muchas ciudades, tiene unos sectores conservadores muy fuertes, que de alguna manera evitan incluso que se den estas conversaciones, que hablemos de nuevos afectos.
Los amores que no pasen por todas estas estructuras tan tradicionales de la familia nuclear, el matrimonio monógamo y hetero, etcétera, aún se niegan.
Pero, al mismo tiempo, creo que Cali tiene unas particularidades de rebeldía que están muy enraizadas con esa historia cultural, del Grupo de Cali y Andrés Caicedo, con las luchas del movimiento de mujeres desde los años 70 y 80.
No podemos olvidar que Cali fue una ciudad pionera en la lucha por los derechos sexuales y reproductivos, con el trabajo de la Fundación Sí Mujer, y está el movimiento social popular de los jóvenes que participó en el Paro Nacional. Todo esto tiene una conexión con las formas de resistencia propias de la historia caleña.
Esas fuerzas de rebeldía y conservadurismo se encuentran generación tras generación. Sin embargo, creo que la Cali cultural sigue siendo una ciudad muy abierta y cercana, dispuesta a pensarse desde los sentimientos, la ciudad del encuentro físico y los afectos.
—¿Cuál es la importancia de la amistad, en particular entre mujeres, desde la perspectiva de los afectos?
Una de las grandes revoluciones de nuestro tiempo, que es resultado de décadas de lucha y de esta nueva ola del feminismo, es que estamos replanteando los vínculos y descentrando nuestras vidas del amor romántico, encontrando otras redes de afecto y amores muy profundos, por ejemplo, el amor por las amigas, que ha sido algo muy estigmatizado, con esas ideas heredadas de que las mujeres no pueden trabajar juntas, de que compiten por atención masculina.
Ahí precisamente estamos reconociendo esas amistades que siempre han estado, desde la infancia, con nuestras abuelas y tías, porque la amistad entre mujeres ha sido una forma de resistencia para muchas, con una relevancia política que debemos resaltar.
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