Pese al respiro que le dio el aislamiento obligatorio al medio ambiente y la fauna silvestre en Colombia, las corporaciones autónomas han rescatado en lo que va del año más de 13.000 especies que serían comercializadas en el mercado ilegal.

Así lo detalla un informe realizado por la Fundación Universitaria San Martín, con base en información de la Asociación de Corporaciones Autónomas (Asocars) en el que advierte que la desnutrición, el estrés, amputaciones y deterioro general de la salud, son algunas de las consecuencias para los animales víctimas del tráfico.

“Usualmente son encontrados deshidratados y con alto nivel de estrés porque para traficarlos los meten en maletas o tubos de PVC. Por desgracia, algunos mueren y los que sobreviven deben iniciar con procesos de cuarentena, tratamientos médicos y rehabilitación conductual y nutricional”, señaló Javier Pérez, decano de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Fundación Universitaria San Martín.

Lamentablemente la biodiversidad, uno de los factores que enorgullece a los colombianos, es también blanco de criminales que buscan un lucro a través del tráfico ilegal de especies silvestres, con lo que van generando una enorme afectación a los ecosistemas.

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Al respecto Rosa Alexandra Duque, bióloga de la Corporación Autónoma Regional del Valle (CVC) indicó que “este tráfico genera un desequilibrio en la naturaleza gigante porque todos los seres vivos cumplimos una función dentro del ecosistema. Y se reciente ese ecosistema porque si no hay animales dispersores de semillas o si no hay aves cumpliendo la función de polinizadores, se genera obviamente un desequilibrio en la naturaleza.

“Uno a veces siente que la gente por amor o por la tristeza que le da ver un animal en las carreteras o simplemente por quitárselo al traficante, lo compra, y resulta que por hacer bonito hace feo porque si seguimos comprando, la gente sigue traficando”, explica la bióloga.

El tráfico de animales silvestres es un delito que conlleva penas de hasta nueve años de prisión y multas de hasta $3.600 millones, de acuerdo con el Código Penal colombiano.

Las cifras del Valle

Una marteja y su cría fueron rescatados en La Victoria; decenas de ranas venenosas fueron devueltas a su hábitat en zona rural de Buenaventura; en El Águila fueron recuperados dos monos araña, mientras en Zarzal fueron decomisadas doce tortugas hicotea.

Esas son solo algunas de las 831 especies que han sido recuperadas en lo corrido del año en el departamento, entre decomisos y rescates, y que han sido entregadas a la CVC para su tratamiento y recuperación en el Centro de Atención y Valorización San Emigdio, en zona rural de Palmira.

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“No podemos hablar solo de tráfico de animales porque otro de los efectos de la pandemia es que como nosotros dejamos la vía libre cuando nos encerramos al principio de la pandemia, empezaron a llegar a veredas y municipios algunos animales que, claro, se sintieron en libertad y varios fueron atropellados o la gente llamaba para que fuéramos a rescatarlos”, explica la bióloga Rosa Alexandra Duque.

Hasta principios del mes de noviembre, sumadas las 831 rescatadas este año, eran 1144 especies de fauna las que recibían atención por parte de la CVC en San Emigdio.

Las más comunes y más apetecidas por los traficantes son reptiles y aves. Y si bien la mayoría de esas especies son propias del hábitat natural que ofrece la geografía del Valle del Cauca, muchas otras son originarias del Amazonas o del Caribe por lo que sorprende su presencia en el Valle.
El pasado 11 de septiembre, durante la conmemoración del Día Nacional de la Biodiversidad, las 33 Corporaciones Autónomas del país liberaron 2.473 animales entre tortugas, perezosos, boas, felinos, pericos y loros.