“Ojalá el país pueda ver el escenario del diálogo de las diferencias. La conversación con el expresidente Uribe fue provechosa y respetuosa. Encontramos las diferencias y los puntos comunes. Siempre habrá un diálogo Gobierno/oposición”.

Esperanza. Reconciliación. Esas fueron las palabras que muchos colombianos pronunciaron después del encuentro acaecido el pasado miércoles entre el expresidente Álvaro Uribe y el mandatario electo, Gustavo Petro, quien, para rematar la ‘euforia colectiva’, escribió ese trino horas después de la reunión.

Pero, ¿qué hay detrás del espíritu pacifista que parece haber invadido al entrante Jefe de Estado, que también se dio un fuerte abrazo con Rodolfo Hernández, quien hace solamente un mes, al pasar sorpresivamente a la segunda vuelta, pareció convertirse en su peor enemigo?

¿Se trata de una estrategia política de cara al inicio de su mandato? ¿Qué pueden ‘leer’ los colombianos en la actitud humilde con la que Petro acudió a recibir el Informe Final de la Comisión de la Verdad?

Para analistas y observadores políticos, es claro que el Mandatario electo ha cambiado, al menos temporalmente, el espíritu beligerante que lo ha caracterizado a lo largo de su vida pública.

Así quedó en evidencia, incluso antes del balotaje final de las presidenciales, cuando comenzó a hablar de “un gran acuerdo nacional”, propuesta que afianzó en el discurso que pronunció la noche del 19 de junio, tras conocerse su triunfo en las urnas.

“No es para vengarnos, para construir odios, para profundizar el sectarismo en la sociedad. Nuestros padres nos enseñaron qué significa el sectarismo y el odio. El cambio consiste precisamente en dejar el odio atrás. En dejar los sectarismos atrás, las elecciones mostraron dos Colombias cercanas en términos de votos, pero queremos que, en medio de su diversidad, sea una sola Colombia. Pero necesitamos del amor, del entendimiento, del diálogo, de comprendernos los unos a los otros”, dijo mencionando con nombre propio a (Álvaro) Uribe, Federico (Gutiérrez) y Rodolfo (Hernández), “que serán siempre bienvenidos en el Palacio de Nariño”.

Y solo faltaron días para que se encontrara de manera amistosa con dos de ellos, lo que, unido al nombramiento de sus ministros de Hacienda y Relaciones Exteriores, ha servido sin duda para que una parte del país lo mire con menos prevención.

No obstante, ese aire de tranquilidad que muchos sectores, como el empresarial, han sentido al conocer también a las personas que Petro puso al frente del empalme con el Gobierno saliente, ha terminado por generar una especie de ‘fuego amigo’ en el senador Gustavo Bolívar, que se ha ido extendiendo por otras huestes de la izquierda y que amenaza con seguir creciendo.

‘Ministromensajes’

Para el analista y consultor político Miguel Jaramillo Luján, Gustavo Petro manda dos ‘ministromensajes’, “porque se trata de personas con una bastísima experiencia y trayectoria que logran juntarle diferentes sectores políticos y que, por su prestancia, se vuelven inobjetables, incluso hasta para los opositores”.

Se refiere al nombramiento de José Antonio Ocampo como encargado de la Hacienda Pública, “un hombre que hizo parte de la directiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, que conoce el modelo económico, fue asesor de Sergio Fajardo y hoy comparte aspectos que tienen que ver sobre todo con el tema tributario, frente al modelo Petro plasmado en el programa de Gobierno de la Colombia Humana”.

Y también al de Álvaro Leyva como canciller, en una clara apuesta por impulsar la implementación del Acuerdo de Paz, tanto a nivel interno como externo, lo cual responde a un clamor de muchos colombianos.

“Gustavo ha tenido la necesidad de dar varios golpes de opinión, sobre todo de tratar de sanar las heridas que fueron muchas durante la campaña política con diversos sectores, logrando una foto histórica al lado de Álvaro Uribe Vélez, algo que era impensable hace apenas unos días”, agrega el analista.

Sin embargo, sostiene que, al menos en lo que al empalme se refiere, que hasta ahora ha sido tranquilo, seguramente en julio van a surgir muchas diferencias entre los gobiernos entrante y saliente.

De su lado, la consultora política María Alejandra Arboleda enfatiza en que Petro llega a ser presidente en un momento en el que hay mucha incertidumbre a nivel mundial “y eso afecta la confianza que tiene la gente en la economía, los inversionistas y la ciudadanía frente al nuevo Gobierno”.

Pero, agrega, él es elegido después de que en los ‘petrovideos’ se evidenciaron las diferentes tácticas que tuvo su equipo de campaña para lograr el triunfo, “entonces, el Presidente electo necesitaba generar un ambiente distinto para empezar a restablecer la confianza en su Gobierno” por lo que intenta mandar un mensaje de “vamos a gobernar para todos y vamos a gobernar con todos y creo que eso es positivo”.

En cuanto a la asistencia del nuevo Jefe de Estado a la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad, la analista dice que muestra que “él quiere apostarle al tema de la Paz y la reconciliación, la necesidad de llegar a acuerdos incluso con quienes están en orillas distintas, han sido oposición, para tratar de reestablecer confianza y comenzar su Gobierno bajando la incertidumbre de aquellos que no veían con buenos ojos su mandato”.

Sin embargo, Arboleda sostiene que “genera ruido” el que de manera alterna a lo que está anunciando el Mandatario electo, algunos de sus inmediatos colaboradores de la campaña sigan dando señales en el sentido contrario, por ejemplo en el caso de la reforma tributaria.

Por ello, considera que el gran desafío que tendrá Petro será “alinear un solo mensaje, que le permita disminuir la desconfianza, sobre todo en términos políticos, pero también en términos económicos”.

Por su parte, el politólogo Alejandro Echeverry, plantea que, con todas estas acciones, el Presidente electo está mandando tres mensajes: “El primero es que reunirse con todos los actores simboliza que es posible construir un país en medio la diferencia, porque esa es la esencia de la democracia. El segundo, es que una cosa es ser congresista, Alcalde de Bogotá, candidato presidencial en tres procesos y otra muy diferente es ser Presidente y creo que él está asumiendo una actitud de mirar cuáles son los problemas estructurales del país y resolverlos desde políticas públicas de largo aliento y para eso necesita rodearse de personas que tengan esa visión, indistintamente de su ideología”.

Y el tercero es que “el país no puede seguirse construyendo desde el odio y el exterminio del otro, sino desde la paz, la solidaridad y la generosidad”.