La hermana Marleny Giraldo llega con su hábito de laica consagrada al servicio de los más pobres y, rosario en mano, saluda con “el besito de Jesús” a un grupo de niños de Potrerogrande que esperan su almuerzo en el comedor.

Un niño afro blanquea sus enormes ojos y le dice desconcertado:
–¿Y usted no es la hermana que se había muerto?


La hermana Marleny suelta a reír, mientras otro niño complementa:

–Nosotros estábamos asustados porque no sabíamos si íbamos a poder seguir almorzando aquí.

Los pequeños, en su inocencia, hablan es del reciente fallecimiento de la hermana franciscana Alba Stella Barreto, quien dejó una estela de paz y bien desde el barrio Marroquín a todo el Distrito de Aguablanca, en sus 33 años consagrados al servicio de los más pobres.

De ahí el vacío en la comunidad que vio en ella un ángel. Pero hay más ángeles en el Distrito de Aguablanca, movidos por la misión de ayudar a los más necesitados. Como la hermana Marleny Giraldo y demás laicas consagradas de la Asociación Benéfico Católica Cristiana Promotora del Desarrollo Integral, ABC Prodein.

Fieles a su lema de “llegamos allá donde nadie quiere llegar”, las hermanas Prodein empezaron su obra social hace 16 años en el jarillón del río Cauca en Cali, pero en Bogotá y Medellín llevan 24.
“Llegamos cuando no había nada, pero como decimos nosotras, aquí no hay nada, pero habrá”, dice la hermana Marleny, coordinadora de Prodein Cali. En efecto, hoy tienen dos comedores donde brindan almuerzo diario a 1100 niños de Potrerogrande y barrios del sector.

La iniciativa surgió tras un incendio en el jarillón que dejó 250 casas quemadas, al ver los niños con hambre. Empezaron “muy humildemente”, en dos casas alquiladas que estaban en muy mal estado.

Hoy tienen en Calimío Desepaz un edificio que “fue financiado por la Providencia divina”, que activa el milagro de las donaciones. A empresarios y personas naturales que los visitaron les impactó la precariedad en la que atendían a los niños y ellos donaron la construcción.

La hermana Chava, de la comunidad franciscana, espera que pronto le reanuden las ayudas de Alemania para reabrir el comedor Cristo Señor de la Vida.

En el primer piso les dotó una buena cocina y un comedor, donde los niños reciben la que es su mejor comida del día. En la ludoteca del segundo piso, una docente hace actividades lúdicas con cien niños desescolarizados al día. En el tercer piso, los padres se capacitan en máquina plana y otros emprendimientos, para que accedan a empleo o ingresos, con un ideal de atención integral a la familia.

El otro comedor, en el sector 5 de Potrerogrande, afectado por las pandillas, beneficia a 700 niños con almuerzo. De los 1100 que atienden en total, 200 bajos de peso reciben desayuno, ya que allí hay pequeños de 12 años que pesan 13 kilos.

Las hermanas Marleny, Ana María y Sonia, de Prodein, proyectan construir un colegio para 700 niños de Potrerogrande. Tienen el lote y ruegan que la Providencia active el milagro de donaciones.

Fray Jesús David Gasca y doce frailes más de la Comunidad Católica Luz de Cristo, van de galería en galería, de supermercado en supermercado, con un canasto pidiendo alimentos. Son para unos 30 ancianos del barrio Alfonso Bonilla Aragón y otros del Distrito de Aguablanca, que van a almorzar al Hogar San José, que levantaron en dicho barrio con donaciones.

Y para diez niños de comunidades o familias vulnerables a los que les brindan atención integral en un hogar preventivo: internado, alimentación, educación y demás requerimientos.

Hoy hay cinco, entre ellos, un niño de San Pascual, cuya madre, desempleada en Buenaventura, tiene otra niña y está embarazada. Y un joven de un resguardo indígena de López de Micay, que vino a terminar el grado 11, mientras sus dos hermanas y una prima están en el Hogar Hija de la Madre de Dios, albergue para niñas que orienta la madre Elsa María. Ellos vivían a una hora en lancha del colegio, por lo cual perdían clases. “La falta de presencia estatal, de oportunidades los trae”, comenta el fraile mientras Nimia Revelo y Carmen Janeth Caicedo preparan los almuerzos, con ayuda de Ana Vera, beneficiaria del programa.

Los frailes lideran otro comedor comunitario para unos 40 adultos mayores en el barrio Popular, norte de Cali, donde asisten ancianos de los barrios aledaños al río Cali. Otro similar opera en Palmaseca, Palmira, y le dan mercados a 30 familias vulnerables que han encontrado.

En 18 años con la obra, “nunca hemos dicho hoy no hay servicio, porque salimos a tocar puertas y la bendición viene de Dios, pero aquí nunca ha venido un ‘cacao’ ni un político”, dice riendo el fraile y recuerda que la iniciativa surgió hace 25 años en un grupo de oración de jóvenes de la Renovación Carismática con el fraile Carlos Alberto García.

“Hacemos presencia en estas comunidades y somos la proyección de la Iglesia Católica en ellas y nos gusta dar con dignidad, porque hay obras donde te muestran la precariedad, el hacinamiento, la suciedad, para lograr más donaciones, pero todos somos hijos de Dios y tienen derecho a un espacio y a una atención digna”, insiste el fraile.

Sin embargo, él reconoce que va a ser muy difícil dar la medida de la obra que dejó la hermana Alba Estela. “Ella era una virgen consagrada que asumió su carisma para hacer el bien. Para una misión así debe haber una vocación de servicio y entrega total, sin ningún otro interés que construir el bien”, opina Fray Jesús David.

“¿Estado? ¿Gobierno?, no sé qué es eso”, afirma Ana Beiba Lasso Fori, el ángel de los ancianos abandonados de Cali, para explicar que hace su obra con ayudas de personas y empresas.

Hace 18 años la conmovió un anciano que dejaron botado en el Hospital. Ella no tenía empleo, había perdido su casa en una hipoteca, pagaba arriendo y no tenía ni para el bus. Cuando su hija de 11 años le preguntó quién era él, le dijo: “es su abuelito, déle sopita”. Pero la niña cuestionó: ‘¿Pero él es blanco y de ojos azules y no se parece a nosotros?’.

Era don Gildardo Salas Silva, después vino don Medardo Villegas Patiño, luego Bernardo Barona y desde entonces, los hospitales le remiten y la Policía le lleva a los que Ana Beiba llama “mis bebés”. Pero la echaban de las casas que alquilaba, pues nadie quería tener un ancianato. Hasta que en 2005, un benefactor le donó la casa donde albergaba 15 ancianos.

Y ella, de caridad, logró adquirir y unir tres casas más en una esquina del barrio Alfonso Bonilla Aragón, donde viven cien ancianos, cuyas familias no quieren saber de ellos porque están enfermos y pobres.

Cada uno tiene su historia: la del que andaba perdido en la ladera; la de Rosita Chaca, que lleva 15 años en el hogar, o la de NN María, que luego de peluqueada, bañada y vestida, se ve irreconocible comparada con su foto de cuando la recogieron del atrio de la iglesia de Capri.

Esta gestora social “por la misericordia de Dios”, como explica ella, logra conmover a empresas reconocidas y personas con una copia de la historia de su hogar geriátrico para que le colaboren para atender a sus protegidos. Allí necesita alimentos, pañales, artículos de aseo personal y general, ropa de cama, toallas y sudaderas, utensilios de cocina y vajilla, o que le consignen para poder pagar a los doce ayudantes que trabajan de 7:00 a.m. a 7:00 p.m. por $500.000 al mes, cuidando esa guardería de adultos mayores.

Elodia Nieves Balanta, la mujer que le siguió los pasos a la hermana Alba Stella Barreto está convencida de que la continuidad de la obra de la Fundación Paz y Bien que ella creó, está garantizada, porque contrario al modelo asistencialista, lo que Alba Estela dejó fue una base comunitaria organizada y empoderada en distintas áreas.

La líder franciscana diversificó su obra en atención a la primera infancia, con Centro de Desarrollo Infantil, y las consejerías de familia, que fueron sus primeros programas; las casas de justicia restaurativa Francisco Esperanza, para la población infantil y juvenil en riesgo, y la atención a desplazados y víctimas del conflicto armado, dos ollas comunitarias en Aguablanca y en Siloé, así como programas de nueva economía social para empoderar económicamente a los más pobres, en especial, a las mujeres.

“La hermana partió, pero nos seguirá iluminando con su espíritu de mujer visionaria, creadora y organizada a una comunidad que estaba desesperanzada, excluida, sometida a una cultura de guerra, por lo que nos invitó a crear una cultura de paz”, declara Elodia.

Aunque Elodia sea la nueva directora y representante legal de la Fundación Paz y Bien, recuerda que la hermana Alba Estela los formó en una relación circular, donde “no es Elodia la que manda, son la asamblea, la junta directiva y los coordinadores de los programas los que toman decisiones en conjunto y así poder llevar la dirección de este barco”.
Así harán para hacer su última voluntad antes de trascender a la vida eterna: “Sigan unidos, no se vayan a pelear y continúen la obra”.

Donaciones

  • ABC Prodein, Calle 5B #26-33, San Fernando, tel: 5567413, ext. 103 o al celular 316-8316709.

  • Hogar la Misericordia de Jesús, de Ana Beiba Lasso, en Banco Caja Social, cuenta de ahorros No. 24019611385; o Bancolombia, cuenta de ahorros No. 72286333771, a nombre de Fundación Anciano Abandonado. Cra. 27 # 91A- 11. Tel:4483631 y 3164593051. www.fundacionancianoabandonado.com

  • Comunidad Católica Luz de Cristo: Cra. 27D No. 85-24, B/. Alfonso Bonilla Aragón. Tel: 4230047. Comedor del barrio Popular: Carrera 8Norte No. 51AN-72 B/ Olaya Herrera. Tel: 4466777 o 3206377022. www.comunidadluzdecristo.org

  • Paz y Bien. Carrera 26i2 No. 82-25, Marroquín 2. Tel: 4221352 ext. 102, o 320- 6928409. www.fundacion

pazybien.org