El oriente de Cali concentra a cientos de miles de habitantes que históricamente han dependido del transporte público para conectarse con el resto de la ciudad.
En ese sector, donde se encuentran barrios como Alfonso López, Mojica, Marroquín y Nueva Floresta, durante años se reclamó la construcción de una troncal que garantizara acceso rápido y seguro al MÍO.
a apertura de la Troncal Oriental respondió a esa necesidad, con una obra que se diseñó en tres tramos.
El primero, de casi nueve kilómetros, conecta las terminales Menga y Calipso, a través de un corredor exclusivo con 16 estaciones nuevas. El segundo, de cuatro kilómetros y con siete parque estaciones, va desde la Terminal Calipso hasta la Terminal Simón Bolívar. El tercer tramo, aún pendiente, completará el corredor hacia el suroriente y se encuentra en proceso de ajustes técnicos y legales.
Una vez finalizada, la troncal se consolidará como la columna vertebral de la movilidad en el oriente de Cali. Hoy circulan trece rutas, que usan los carriles exclusivos para conectar con diferentes puntos de la urbe.
Según Metrocali, la entrada en operación duplicó de inmediato el número de pasajeros movilizados en el sector: de poco más de cuatro mil diarios se pasó a cerca de 8500. Para la entidad, la acogida confirma que el ciudadano encontró allí una alternativa más rápida y ordenada para desplazarse.
Daniel Parra, director de Operaciones de Metrocali, sostiene que el impacto ha sido positivo: “Lo que estamos viendo es que la comunidad adoptó la troncal con rapidez, porque entendió que por este corredor se mueve más rápido, incluso más que en carro particular, gracias al carril exclusivo. Eso nos permite confirmar que la obra sí está cumpliendo su objetivo de mejorar la movilidad”.
Cómo funciona el nuevo corredor
La Troncal Oriental, a diferencia de las troncales principales de la ciudad, no está diseñada para buses articulados, sino para vehículos duales que permiten tanto el ingreso a estaciones como la operación por vías convencionales, lo que ofrece mayor flexibilidad para atender la demanda de ese sector de la urbe.
El diseño de las estaciones contempla varios vagones, aunque no todos han sido habilitados. La idea es que, a medida que crezca la demanda, se abran progresivamente más espacios para atender a los pasajeros.
Para Parra, la planeación responde a una visión de largo plazo: “Cuando más usuarios utilicen esta troncal, se irán habilitando nuevos vagones y rutas. Está diseñada para crecer con la ciudad, y eso nos permitirá no quedarnos cortos en capacidad”.
En lo inmediato, los beneficios son claros: reducción de tiempos de viaje, mayor orden en las filas y seguridad interna reforzada. Sin embargo, las voces de los usuarios muestran que aún hay un trecho por recorrer.
Lo que dicen los caleños
Inés Galeano, desde la estación Los Guaduales, viaja casi todos los días en horas del mediodía y asegura que allí el tiempo pasa despacio. “En la mañana no hay problema, los buses pasan de manera constante. Pero después del mediodía se demoran veinte minutos o media hora”.
Aunque no ha tenido incidentes de inseguridad, recuerda que una pasajera le narró cómo un indigente se subió a un bus y generó temor entre los ocupantes, al exigir dinero.
En otro punto de la troncal, Álvaro José hace fila para abordar la ruta P-21C, la que más utiliza. Su inconformidad es clara: “Es muy mala. Pasa cada media hora y solo llega hasta el Trébol. No hay ruta que sirva para los barrios de este sector y que siga hacia la Avenida Pasoancho. Hace falta cobertura”.
También cuestiona la eliminación de taquilleras en varias estaciones: “Uno va a López y nunca hay. Siempre toca usar la máquina, pero la gente no confía, porque a veces no recarga. Yo prefiero pagar en taquilla”.
En Calipso, Íngrid Lucena coincide con la percepción de que los buses no alcanzan. “Pasan cada media hora y siempre van llenos. En las horas pico es imposible, uno no se puede montar”, dice. Su preocupación mayor es la inseguridad en los alrededores: “El puente peatonal es muy oscuro, no patrulla la Policía. Es peligroso cruzar de noche”.
Estos testimonios, recogidos en diferentes puntos del corredor, muestran un contraste.
Por un lado, los caleños valoran la infraestructura y el orden que trajo la troncal y, por otro, sienten que las demoras, la congestión y la falta de seguridad en las zonas externas siguen afectando la experiencia de viaje.
Los retos del sistema
Los reclamos más frecuentes de los usuarios apuntan a tres frentes. El primero es la frecuencia de los buses. Las demoras de hasta media hora hacen que en horas pico los vehículos lleguen saturados, con pasajeros de pie y asientos llenos.
El segundo tiene que ver con la cobertura: algunas rutas solo llegan hasta ciertos puntos y no continúan hacia sectores demandados, lo que obliga a los usuarios a hacer trasbordos adicionales.
El tercero está en la atención: la ausencia de taquilleras y la obligación de usar máquinas de recarga genera inconformidad, sobre todo entre adultos mayores y personas que no están familiarizadas con la tecnología.
A estas dificultades se suma la inseguridad en los alrededores de algunas estaciones. Aunque dentro del sistema se percibe mayor control, en zonas externas persisten problemas de iluminación y ausencia de patrullaje, lo que hace que los accesos se conviertan en puntos de riesgo.
La respuesta de Metrocali
Desde Metrocali reconocen que aún hay retos pendientes, pero defienden el impacto positivo de la obra.
Daniel Parra explica: “Tenemos un gran desafío con la frecuencia. El sistema necesita reponer vehículos y ya está en marcha un plan de adquisición de nueva flota, que permitirá atender la demanda creciente y reducir los tiempos de espera”.
En materia de seguridad, destaca que las cifras han mejorado: “Hemos logrado disminuir en un 55 % los hurtos dentro del sistema, gracias a un esquema de 330 vigilantes privados y 105 policías en convenio. Eso nos permite hablar de una mayor confianza del usuario, al estar dentro de estaciones y buses”.
Respecto al recaudo, Parra asegura que el futuro es digital: “Queremos que los usuarios puedan pagar con tarjeta débito, crédito, QR o billeteras digitales. Eso reducirá las barreras de acceso y hará el sistema mucho más fácil de usar”.
Finalmente, sobre la expansión, adelantó: “La Troncal Oriental está diseñada para crecer con Cali. Hoy tenemos trece rutas que la usan, pero, a medida que se identifiquen nuevas necesidades, iremos ajustando la operación. No se trata de mover rutas cada semana, sino de dar estabilidad al usuario”.
Es claro que esta troncal representa un paso importante para la movilidad por la capital vallecaucana.
Los usuarios reconocen que ya no deben esperar los buses bajo el sol o la lluvia, que los tiempos de viaje se redujeron y que las estaciones ofrecen más orden y comodidad.
Sin embargo, también insisten en que la experiencia todavía está lejos de ser ideal.
La infraestructura cumplió con lo prometido, pero la operación aún tiene deudas: más buses para mejorar la frecuencia, rutas que lleguen a más sectores, atención directa en las estaciones y seguridad en los accesos.
La meta es consolidar al MÍO como eje de movilidad sostenible, aunque para lograrlo será necesario afinar los detalles que hoy generan frustración y preocupación en la ciudadanía.
Como señala Daniel Parra, “una ciudad es competitiva en la medida en que tiene buena movilidad. El transporte masivo es la columna vertebral de Cali, y aunque falta camino por recorrer, estamos convencidos de que la Troncal Oriental es un paso clave en esa dirección”.