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Silla, edificio, ciudad

Como lo sabía bien Hugo García Paredes, silla, edificio y ciudad, tres...

6 de septiembre de 2012 Por: Benjamin Barney Caldas

Como lo sabía bien Hugo García Paredes, silla, edificio y ciudad, tres cosas tan distintas, comparten el que en una u otra forma son diseñadas para la gente y en función del cuerpo pero también de su espíritu. Hugo había estudiado arquitectura en Cali, en la Universidad del Valle -la que hizo gallarda presencia en su funeral- en donde fue profesor hasta su jubilación hace unos años, y después realizó estudios de diseño en Chicago y Edimburgo, y además conoció bien Europa, especialmente Italia, pero no olvidó a su Buga natal. Entendía bien, por lo tanto, lo que une al diseño, la arquitectura y el urbanismo en una geografía e historia dadas.Diseño (Del italiano, disegno), es la concepción original de un objeto u obra destinados a la producción en serie, ya sea gráfico, de modas o industrial, pero también la traza o delineación de un edificio, o un plan o diseño urbanístico. Pero igualmente es la forma de cada uno de los objetos resultantes. El diseño de una silla (como la Silla Barcelona de Ludwig Mies van der Rohe), un edificio (como la biblioteca Virgilio Barco de Rogelio Salmona) o una ciudad (como Brasilia de Lucio Costa y Oscar Niemeyer) son de inspiración modernista, por ejemplo; o, mejor, moderna, sinónimo que habría preferido Hugo y con mucha razón.Los arquitectos solían diseñar muebles e incluso hacían diseño gráfico, precisamente lo que más le interesaba a Hugo García, como Diken Castro, autor de logotipos y edificios muy reconocidos. Como decía el famoso diseñador Ronald Shakespear “el diseño no es imprescindible; es inevitable” (A. Borrini, La Nación, 03/02/2009), y queda demostrado con la falta de belleza que en diferente grado nos afecta a todos en esta ciudad, incluyendo a los que no se dan cuenta. La solución a este preocupante estado de cosas pasa por la apertura en las universidades de más programas afines al diseño, que permitan una selección y reorientación de los estudiantes pues lo que sobra son (malos) arquitectos.Pero que bueno que el Icesi, en donde Hugo García ahora era profesor, abriera una carrera de arquitectura y otra de diseño urbano, que fueran paralelas y complementarias a las de diseño industrial y gráfico actuales. Idea que sin duda le habría gustado, pues la entendería a cabalidad, y que lamentablemente los que hubiéramos estado interesados dejamos para luego. Pero siguen allá algunos arquitectos a los que probablemente les interesaría concretarla. Un programa más de arquitectura poco cambiaría el hecho de que ya hay demasiados en el país, pero sería la oportunidad de hacerlo con una visión distinta y pertinente: desde la técnica.Infortunadamente la realidad es que en el último medio siglo las universidades poco han evolucionado pues son muy conservadoras, y sólo han crecido y mejorado sus dotaciones y sedes (y no siempre), como lo ha sostenido recientemente Pablo Navas Sáenz de Santamaría, Rector de la Universidad de los Andes. Y el conocimiento que albergaban en sus bibliotecas y académicos está siendo reemplazado por el Internet, cuya información siempre ponía en duda Hugo García pero que consultaba siempre para comprobarlo todo, incluyendo el Whisky, la pasta y la caligrafía, los que manejaba con habilidad y placer, y el diseño de las letras que siempre le interesó.

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