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A propósito de la marcha

La realización mañana de la marcha contra la corrupción, y otros males, promovida por el uribismo, ha radicalizado aún más la polarización que existe entre los amigos del gobierno y el uribismo.

30 de marzo de 2017 Por: Diego Martínez Lloreda

La realización mañana de la marcha contra la corrupción, y otros males, promovida por el uribismo, ha radicalizado aún más la polarización que existe entre los amigos del gobierno y el uribismo. (Y no hablo del santismo porque ese ‘ismo’ no existe).

La marcha, que duda cabe, no es una espontánea iniciativa ciudadana; es el prelanzamiento de la campaña uribista de cara a las elecciones legislativas y presidenciales del año entrante.

El uribismo, sin duda, el gran ganador del plebiscito refrendatorio del año pasado, no quiere que el electorado se le enfríe. Y por eso aspira a sacar mucha gente a las calles mañana.

Eso sí, me parece que escogieron la motivación equivocada, porque con tanto uribista metido en líos y luego de que se comprobó que uno de los grandes receptores de los sobornos de Odebrecht fue viceministro del gobierno Uribe, no me parece que tengan mucha autoridad moral para protestar contra la corrupción.

El Gobierno se ha empeñado en evitar el éxito de esa convocatoria. Pero me temo que la estrategia que está usando para ello puede lograr un efecto contrario. Por ejemplo, el alboroto que el presidente Santos armó por la existencia de una carta promovida por miembros del Centro Democrático y que pensaban enviar a congresistas estadounidenses, supuestamente para presionar a que el Gobierno de ese país suspendiera la ayuda al país.

La denuncia resultó un falso positivo porque la mayoría de los congresistas uribistas ni sabía de la existencia de la misiva y la misma no buscaba la suspensión de la ayuda gringa. Pero lo que sí logró la histriónica salida de Santos es que muchos que no se habían animado a marchar, ahora estén decididos a participar en esa protesta.

Todos los torpedos que el gobierno le mande a la marcha van a lograr un efecto opuesto. Lo que debería hacer Santos es restarle importancia, ignorarla. Con ello no evitaría que los que están resueltos a marchar lo hagan, Pero al menos lograría que más gente se siga sumando a esa movilización.

Quedó claro, otra vez, que uno de los grandes problemas de este gobierno es su estrategia de comunicaciones. Que ha sido tan mala, que la persona que logró acabar con el conflicto más viejo del hemisferio occidental tiene el rechazo del 80% de sus gobernados.

Lo cierto es que la gran mayoría de los colombianos no le quiere marchar más a la insoportable e interminable pelea entre uribistas y gobiernistas. Por ello, a esa mayoría la marcha de mañana no le produce ni frío ni calor.

Y es que existe un profundo hastío con el contencioso en el que están empeñados ambos bandos. Por ello estoy convencido de que ahora, más que nunca en la historia reciente del país, están dadas las condiciones para el electorado colombiano le marche a una opción independiente.

Claro, si quienes pueden encarnar esa tercera vía marcan distancia con la polarización y proponen algo realmente diferente. En ese sentido, personajes como Claudia López que ha tomado partido en la pelea gobierno-uribismo, han perdido puntos.

Ojalá quien encarne esa tercera vía sea alguien sensato y con experiencia administrativa, tipo Sergio Fajardo. Sería terrible que quien capitalice el hastío nacional sea una intemperante como Claudia López, un resentido como Petro o alguien sin la menor experiencia en el arte de gobernar como Jorge Robledo. En lo que a mi respecta, a un ensayo de esos no le marcho.

Sigue en Twitter @dimartillo

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