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¿Quién apoya al abusador sexual?

El silencio cómplice protege a los grandes depredadores.

29 de octubre de 2017 Por: Carlos E. Climent

El sometimiento sexual de las mujeres, niñas y niños, a manos de degenerados con poder, es una enfermedad auspiciada por una sociedad hipócrita que desde tiempo inmemorial y de manera sistemática protege a los depredadores, especialmente si son ricos y famosos.

Harvey Weinstein, el más exitoso productor de Hollywood, que hoy arrasa en cartelera, no es sino un ejemplo más de los abusos sexuales que se cometen todos los días en el mundo. Y muestra como la sociedad farsante vuelve a “sorprenderse” y a rasgarse las vestiduras, como si este delito ocurriera por primera vez.

En ‘La locura lúcida’ (Panamericana 2014) se describen muchos casos que van desde los cotidianos que nunca se publican, hasta los más publicitados. Entre los más sonados cabe destacar, el de los curas pedófilos protegidos por las más altas jerarquías religiosas y el de Jimmy Devile, rey de la farándula inglesa, quien fuera condecorado por la Reina Isabel y por el Papa, y de quien se supo un año después de su entierro que había violado a más de 400 mujeres incluyendo niñas de los hospitales que él mismo financiaba.

En el escándalo del momento, una ex actriz y el hijo de Mia Farrow y Woody Allen, hicieron públicas (y bastante tardías) declaraciones sobre los abusos de Weinstein, que eran ‘vox populi’, ocurridos desde mucho tiempo atrás.

Esta denuncia animó a muchas actrices a salir de su silencio para confesar que al inicio de sus carreras también habían sido abusadas por Weinstein. Pero guardaron un conveniente silencio por muchos años. Angelina Jolie y Gwyneth Paltrow, entre muchas otras, hicieron la denuncia cuando ya no tenían necesidad de los favores de Weinstein y por tanto no tenían miedo a las represalias. ¿No hubiera sido más digno seguir calladas?

Las revelaciones de este caso no pasan de ser una chiva mediática efímera, que llevará al depravado de turno a fingir arrepentimiento, para que todo siga igual.

Mientras tanto, las miles de mujeres humildes sometidas sexualmente todos los días, por cualquier cobarde del cual dependen, seguirán humilladas en el anonimato por los siglos de los siglos.

La perversa dinámica social es siempre la misma:

* El depredador abusa sexualmente.

* Chantajea, amenaza y compra el silencio de la víctima.

* Sale ileso del trance y continúa en sus andanzas.

* Los muchos que saben perfectamente lo que está ocurriendo, hacen sus cálculos y callan.

* Solamente cuando la víctima denuncia ante un medio de comunicación influyente, el escándalo explota.

* Entonces se logra llevar al depredador ante la justicia.

* La denuncia anima a otras víctimas a revelar su secreto.

* A lo que le sigue la avalancha de denuncias represadas, sobre aberrantes conductas de años atrás.

* Dejando al descubierto lo más vergonzoso: “el silencio de los buenos”, al que se refería Gandhi.

Los sociópatas reinan desde que el mundo es mundo, por tanto nadie debería sorprenderse de los abusos descritos, que siempre
han existido.

Lo que debería ser un llamado de atención a la sociedad es su complicidad con estos comportamientos, cuando los realiza un poderoso.

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