Tecnología
La gran apuesta de Meta para poner la inteligencia artificial al servicio de la mayor cantidad de usuarios
La IA continúa apoderándose de distintos espacios en el mundo. Aquí lo que se hará en las redes.
“La mayor parte de la población mundial tendrá su primera experiencia de inteligencia artificial generativa con nosotros”, aseguró Andrew Bosworth, director de tecnología de Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp), retrasada con respecto a sus vecinos de Silicon Valley en cuanto a este desarrollo tecnológico.
El gigante de las redes sociales presentó esta semana robots conversacionales dotados de personalidad que permiten crear imágenes y texto, e interactúan con los usuarios en lenguaje corriente. El anuncio de Meta llegó tras meses de una frenética carrera en el desarrollo de la última generación de la inteligencia artificial (IA).
A la cabeza, OpenAI, con ChatGPT, y los grupos Google y Microsoft, que compiten en funcionalidades diseñadas para ayudar en las búsquedas a los humanos a hacer búsquedas en línea, a ser más productivos o incluso a educar a sus hijos.
Pero Meta no está rezagado, afirmó Andrew Bosworth, en una entrevista durante el evento anual para desarrolladores del grupo californiano.
“Queríamos que los resultados fueran geniales y rápidos, incluso en teléfonos móviles”, cuando los usuarios creen miniaturas directamente en sus mensajes, con comandos como “un erizo en bici” o “feliz cumpleaños a un corredor de maratones”.
En noviembre de 2022, dos semanas antes de que ChatGPT capturara la imaginación de decenas de millones de personas, Meta sacó su propio robot conversacional de IA generativa, especializado en búsquedas científicas.
Bautizado Galactica, podía “redactar artículos” y “resolver problemas matemáticos”, pero a veces se inventaba las respuestas. Meta lo retiró rápidamente de circulación. “Si fuera solo por mí, yo lo habría dejado”, comentó Bosworth. “Advertimos que nuestro chatbot era capaz de decir cualquier cosa”, y los usuarios debían tener eso en mente.
Las lecciones aprendidas de Galactica ayudaron a Meta a afinar Llama 2, la segunda versión de su modelo de lenguaje, que desde este verano estuvo disponible en código abierto. Deben establecerse límites editoriales a las aplicaciones: si están demasiado libres, existe el riesgo de que hagan declaraciones peligrosas; mientras que si son muy restringidas, pueden ser aburridas.
Para sus propios personajes virtuales -como “Becca, una madre dedicada a su perro” o “Max, un experimentado subjefe de cocina”- Meta probablemente apostará al inicio por ser prudente y “liberarlos con el tiempo”, indicó Bosworth.
Empleado de Facebook desde 2006, en 2017 Boz creó el departamento que se convertiría en “Reality Labs”, dedicado a la realidad virtual y aumentada, y pasó a primera plana a finales de 2021, cuando la empresa se convirtió en Meta para marcar su giro al metaverso.
Esta estrategia desató las burlas y críticas de analistas y observadores, pues los avances no fueron tan rápidos como se esperaba. Reconoce que la adopción de la red social virtual Horizon Worlds ha sido un poco lenta, aunque “la mayor parte del tiempo que se pasa en realidad virtual ahora consiste en socializar”.
En su presentación el miércoles Meta hizo hincapié en la realidad “mixta”. Sus nuevas gafas conectadas permiten a los usuarios, por ejemplo, difundir en directo lo que ven y el nuevo dispositivo Quest 3 -con un precio de 500 dólares- tramita mucho mejor las transiciones del entorno físico al universo inmersivo, por ejemplo para evitar que el usuario choque con sus muebles en un partido de tenis virtual.
Sin embargo, las personas todavía no podrán ver a los ojos a los usuarios de Quest. “Tratamos y el resultado puede ser bastante desagradable”, explicó el directivo.
Crear interacciones virtuales auténticas (con avatares cada vez más realistas) o en el mundo real (pese al casco que esconde el rostro), requiere de muchos pulsos entre la tecnología y los costos. El mundo de la tecnología espera con ansia el lanzamiento del Apple Vision Pro, con un precio de 3.500 dólares, mucho mayor en comparación con los 500 dólares del Quest 3.
“No hay nada en ese casco que nosotros no podamos construir”, dijo Boz. Pero Meta nunca ha creído que construir algo tan costoso “vaya a ayudar a nuestros desarrolladores a alcanzar una audiencia tan grande como para que valga la pena”.