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Roxana asegura que ser jugadora de videojuegos es algo que la llena de satisfacción: “Le da a uno un nivel que los demás no comprenden, le distinción como si uno tuviera arriba el letrero ‘gamer’”. | Foto: Especial para El País

TECNOLOGÍA

Así le hacen el quite las 'gamers' a los prejuicios en el mundo de los videojuegos

En Colombia, la mayoría de gamers están entre 16 y 24 años. Aunque hay muchas mujeres en competencia, el machismo y el acoso aún juegan en su contra. Testimonios de Roxana, Cata, Gabriela y Gerard.

14 de junio de 2021 Por: Laura Urresta y Karen Mejía / Periodismo con Visión de Género, UAO

La partida está cargando y ella espera pacientemente. No tiene prisa, es su momento del día. Se acomoda en la silla y organiza su espacio, el único del que tiene control total.

Parece calmada, pero por dentro siempre está ese temor de entrar al campo de batalla. Sabe que no está sola, pero a veces duda de sus compañeros, no puede confiar ni en hombres ni en mujeres, se percata de que tampoco confían en ella. Por eso, se asegura de no emitir sonido alguno hasta saber que está en zona segura, un paso en falso podría llevarla a la perdición o peor aún: la humillación.

¡Empieza el juego! Ella hace su mejor esfuerzo y de alguna manera quiere divertirse, pero entonces aparece esa nube oscura, de la que tanto quiere escapar y no puede. Está tratando de ignorarla y huir de ella, pero aparecen más nubes, que están empezando a sofocarla. Rápidamente, las nubes están tan cargadas que revienta la lluvia de comentarios agresivos y cargados de machismo, que le hacen perder la ilusión. Es como si a su estrategia de juego tuviera que sumarle una adicional para blindarse con lo que afecte su parte emocional. Y le pasa muchas veces. Esta es la historia de Gabriela, pero también la de Catalina y Roxana. Y a la lista se suma la de Gerard.

“Ve a la cocina”, “hazme un sándwich”, “perdimos por tu culpa” (así no la tenga) o “deja de hacer trampa” (así no la haya hecho) son solo algunos de los comentarios que reciben por pertenecer al mundo de los videojuegos, que muchas veces se piensa que es solo un espacio para los hombres.

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Me gusta hacer parte de esta comunidad: Roxana

“Cuando uno tiene el juego y el aparato solo faltan las ganas. Creer que uno no puede y luego lograrlo es la meta”. Alegre, sensible, Roxana es una gamer que empezó en el 2018 con la plataforma Steam y desde entonces no ha hecho más que disfrutar con sus amigos de México, Perú, Estados Unidos y Colombia .

Le gusta mecerse en su silla, sin miedo a caerse. Es un poco afanosa en sus tareas cotidianas, pero a la hora de jugar empieza su ritual de concentración. Cerrar puertas y ventanas para que no entre ni el más mínimo sonido son algunas de sus reglas para jugar. No permite comida o cualquier objeto en su zona. La soledad total es uno de sus placeres al momento de jugar.

“Uno se concentra mucho y cuando me llaman piensan que estoy enojada, entonces es literalmente cuando uno se va a otro mundo. Los juegos no te hacen agresivo, son las personas. Uno alega y se enoja, pero a la siguiente partida uno está muy feliz”, cuenta.

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El ser gamer le causa satisfacción. “Le da a uno un nivel que los demás no comprenden, le da distinción como si uno tuviera arriba el letrero ‘gamer’ y es algo más a tu lista de cosas. Siento que pertenezco a una comunidad y es algo que me gusta”, comenta Roxana.

A pesar de que lleva varios años jugando, en ocasiones la excluyen de actividades que se consideran propias de los “hombres”. “En la universidad hay un grupo y yo quería ver qué jugaban ellos y uno me dice ‘si usted no juega eso para qué va a estar con nosotros’, entonces pensé ‘que no juegue ese juego no significa que no pueda estar en el grupo”.

Pero para Roxana no hay limitantes, solo motivaciones. “Cuando una persona encuentra ese arte, sabe que la va a pasar muy bien y disfrutará más de esa cosa que es de uno y que lo hace feliz”, concluye.

Creen que las mujeres no sabemos jugar: Gabriela

A sus 13 años se ha convertido en una amante de las consolas, y fue tan solo algunos años atrás que sus padres le dieron la oportunidad de jugar, regalándole un iPad, el cual no sólo sería el inicio de sus sonrisas, sino también el de momentos amargos.

“Yo soy la única mujer de mi salón que juega videojuegos”, comenta, tímida. Gabriela disfruta compartir con otras personas y sentir a sus compañeros de juego como si fueran sus vecinos, pero como cualquier persona, esos vecinos pueden ser irrespetuosos y hasta groseros.

“Creen que las mujeres son malas, que no saben jugar. Me acuerdo que un día me hice amiga de un man y en esa partida tenía la voz ronca y me preguntó qué sexo era y le dije que mujer y él se salió de la partida”, comenta.

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Aunque no juega a nivel profesional, la única motivación que necesita Gabriela son sus youtubers favoritos, los cuales se pasan horas haciendo streams, mientras que ella los mira.

Sin embargo, a comparación de ellos, Gabriela recibe muchos más comentarios negativos. “Me acuerdo un día que jugaba con un amigo y no respetaba para nada. También recuerdo que hace unos meses conocí un niño de 8 años y lo mataron en el juego y me culpaba y luego empezó a hablar de machismo y me fui, no lo soporté”.

‘Cata’, la jugadora competitiva que no se le amilana a los trolls

“Vaya a la cocina a cocinarme algo”. Esta es una de las frases que Catalina escucha más seguido de lo que le gustaría.

Estudiante de psicología y jugadora competitiva en la plataforma Trovo, ‘Cata’ como la conocen sus seguidores encontró en los juegos de video una manera de estar cerca de su único hermano; crecieron jugando y crearon un vínculo alrededor de ello. Años después, lo que ella siempre ha considerado un hobbie se convirtió en una fuente de ingresos. Ha participado en ligas y torneos con otros clanes amistosos, pero lo que más le apasiona son los mini torneos, también conocidos como los ‘casteos’; el ver su nombre y sus redes sociales en esas competencias son momentos que la hacen muy feliz.

A ella jamás le ha interesado usar un nombre neutral o poner una foto de perfil de algo diferente a su rostro para que no sepan que es mujer; de hecho, hace transmisiones donde interactúa con sus seguidores, es un momento de total diversión con quienes la siguen. Sin embargo, como mujer y jugadora competitiva, recibir comentarios desagradables es su día a día, pero no se deja afectar por eso, ignora a los trolls, se ríe de ellos e incluso les contesta.

Puede identificar el machismo en expresiones de sus propios amigos, quienes dicen cosas como “no, es que toca cuidarla a ella porque es mujer”, y aunque no son malintencionadas, muestran que no la reconocen como una jugadora que está al nivel de ellos.

Gerard y su experiencia en juego como hombre trans

Con la idea de que las niñas juegan a la muñeca y a la cocinita y los hombres videojuegos y fútbol, en un mundo donde los roles de género siguen vigentes, los video juegos no están exentos. “Es maluco que por llevar un personaje femenino de una asumen que sos mujer y te dicen que sos inútil y muchas cosas feas”, dice Gerard Ipiales.

Aunque no existe la presión de ganar dinero o mantener un nivel, las personas pueden ser muy duras y tener un tono agresivo a la hora de explicarle cómo funciona una dinámica y esto es lo que mas le disgusta de este mundo, por eso prefiere jugar solo con amigos “A ellos no les importa si yo soy hombre, mujer, trans, perro, no les importa, jugamos para divertirnos y aprender del otro”, agrega.

Gerard es un hombre trans, sin embargo, por fuera sigue luciendo como una mujer, y aunque con frecuencia menciona que sus pronombres son masculinos, en ocasiones no lo escuchan y lo sexualizan. Estar en la posición en la que se encuentra le ha mostrado un ambiente agresivo, en el que, aunque lo pida, no respetan sus pronombres.

En medio de una comunidad de rivalidades, para él lo mejor es poder ser parte de una historia, seguir subiendo de nivel y mantener encendido su espíritu de jugador.

Roxana, Cata, Gabriela y Gerard son cuatro personas totalmente diferentes, tienen vidas distintas y no se conocen entre sí, pero en este momento son los nombres y rostros que representan a muchas mujeres o trans que se enfrentan a la rudeza del mundo gaming.

Sobre las conductas de acoso a las que en ocasiones se ven sometidas las jugadoras y personas diversas, el psicólogo Javier Medina explica que con esas reacciones los jugadores hombres lo que buscan es golpearles el autoestima para hacerlas sentir menos y que pierdan su centro y concentración.

“Por lo general, se hace uso de estereotipos que son imágenes que congelan los roles de las personas hombres y mujeres en papeles específicos, para que las personas se sientan mal. El esquema prototipo del videojuego fue diseñado para hombres entonces por eso el uso de la violencia, los roles y los retos físicos”, concluye el psicólogo.

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