Especialistas advierten que hoy es más preocupante el déficit de micronutrientes en los niños que la desnutrición proteico-calórica. La prevención debe empezar antes del embarazo.
La escena de esos niños con los huesos dibujados en la piel y con el estómago hinchado que solía verse en los años 60 ya no es una imagen tan representativa de la realidad nutricional colombiana, excepto en zonas muy marginadas.
La desnutrición por déficit de proteínas y calorías que hace 40 años afectaba a más de la mitad de los niños ha logrado reducirse significativamente, gracias al mejoramiento de las condiciones de vida, el saneamiento ambiental, la creación de vacunas, el control prenatal y la promoción del embarazo planeado y la lactancia.
De hecho, la baja talla con respecto a la edad, que rondaba el 50 %, ahora es un problema del 13,2 % de menores y el bajo peso con relación a la talla llega hoy al 1,7 %, cuando hace cuatro décadas era de un preocupante 16 %. Esto sin contar que en los últimos cinco años la mortalidad bajó de 19 a 16 casos por cada mil nacidos vivos.
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Si bien dichas cifras -derivadas de la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional del 2010 y el Instituto Nacional de Salud- son alentadoras con respecto a décadas anteriores, siguen siendo preocupantes y no hay que bajar la guardia.
Lo que advierte Beatriz Gracia, especialista en nutrición maternoinfantil y docente de la Universidad Javeriana, es que hoy los colombianos convivimos con un tipo de desnutrición no menos grave que la proteicocalórica de hace unos años, pero que ocurre por déficit de micronutrientes.
Entre ellos más de 25 vitaminas como la A, D y B, al igual que minerales como hierro, zinc, calcio, yodo y potasio, indispensables para la salud de la sangre y los huesos, la multiplicación celular, el metabolismo y el desarrollo adecuado.
La explicación a esa deficiencia es simple: dietas bajas en frutas, verduras, vísceras y leguminosas. Partiendo de esta situación, el gremio médico ha llamado la atención sobre la necesidad de tomar medidas preventivas para que los pequeños tengan una alimentación que les permita su adecuado desarrollo.
Sí algo está claro en materia de nutrición maternoinfantil es que desde el nacimiento hasta los 6 meses la leche materna constituye una fuente de nutrientes indispensable. Pero incluso, después de iniciar la alimentación complementaria la lactancia debe mantenerse hasta los 2 años.
Esto debido a que, tal como lo explica la doctora Gracia, contiene todos los nutrientes necesarios, en la calidad y cantidad adecuadas para el ser humano, hasta el punto que ninguna fórmula industrializada logra copiar su composición.
Dispone incluso de enzimas que favorecen la absorción de las grasas, así como de anticuerpos que disminuyen el riesgo de infecciones como la diarrea o la neumonía, principal causa de mortalidad infantil en el mundo, agrega la profesional.
Según el INS, en el 2014 se registraron 290 muertes por desnutrición. La mayoría en Guajira y Magdalena.
Calcio y Vitamina D: vitales para el desarrollo de los huesos.
Ácido fólico: reduce el riesgo de defectos en el tubo neural como la espina bífida.
Yodo: esencial para el funcionamiento de la tiroides y el desarrollo cerebral.
Vitamina C: favorece la formación de las encías y los dientes y facilita la absorción del hierro.
Hierro: contribuye a la formación de glóbulos rojos que transportan oxígeno a los órganos y al cerebro. Reduce el riesgo de anemia.
Primer año: en una etapa de crecimiento muy rápida, que demandan más nutrientes y con más regularidad, puesto que el niño requiere triplicar su peso y doblar su estatura.
Del año y medio hasta 10 años: el crecimiento es más lento y apenas se ganan unos cuantos centímetros y kilos, porque el niño pierde interés por la comida, pues comienza a socializar. El menor no almacena tanta grasa y por eso luce más delgado.
Prepubertad: entre los 9 y 14 años, los menores comienzan a almacenar grasa, con el fin de usarla para el estirón de la pubertad. Las niñas para formar sus senos y caderas y los varones para formar masa muscular. Por eso, aquí hay mucho riesgo de sobrepeso.
Hierro: contribuye a la formación de glóbulos rojos, que transportan oxígeno a los órganos y al cerebro. Reduce el riesgo de anemia.