Y nada cambia

A finales del año 2016, la Administración Municipal expidió un decreto para regular el servicio de las ambulancias en Cali.

Entre los objetivos estaba garantizar que esos vehículos y su personal cumplieran todos los requisitos para prestar una buena atención.

Y se pretendía acabar con la guerra que se desarrolla en las calles cada vez que hay un accidente de tránsito, además de frenar el negocio en que se convirtió llevar a algunas clínicas los heridos para cobrar el Seguro Obligatorio de Tránsito.

Si en ese entonces en Cali circulaban 178 ambulancias, el negocio ha crecido de tal manera que hoy son 440 y los problemas siguen sin resolverse.

En los operativos realizados en días recientes por las secretarías de Movilidad y Seguridad se han detectado 120 vehículos que no cumplen los requisitos, número que podría ser mayor.

Y persisten las malas prácticas de siempre, como las competencias entre ambulancias para llegar a los lugares de los accidentes, el caos que con ello generan en las vías y el negocio con algunos centros de salud.

No hay explicación para que siga sucediendo y queda la duda de si es incapacidad de las autoridades para detener las irregularidades o si hay funcionarios municipales que están siendo tolerantes frente a esa situación.

El daño es para Cali, para la movilidad que se ve afectada cuando cinco o más ambulancias llegan al mismo lugar y para quienes sí necesitan que se les brinde un servicio oportuno y eficiente.