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Otra barbarie

Ahora es Sri Lanka la que sufre los efectos del extremismo terrorista, tal como le tocó padecerlo hace un mes a Nueva Zelanda.

22 de abril de 2019 Por: Editorial .

Ahora es Sri Lanka la que sufre los efectos del extremismo terrorista, tal como le tocó padecerlo hace un mes a Nueva Zelanda.

La diferencia es que si en el país oceánico fue el supremacismo blanco el que atacó a los musulmanes en su día de rezo y dejó 50 muertos, en la isla asiática la autoría le corresponde al radicalismo islámico que arremetió contra cristianos y extranjeros durante la Pascua.

Sri Lanka ha vivido épocas de terror, como los 26 años de guerra que enfrentó al ejército de esa nación con la guerrilla de los Tigres de Liberación de Tamil Eelam y que se cobró 100.000 vidas en todo ese tiempo, pero lo sucedido el domingo fue una masacre sin precedentes.

Ocho explosiones simultáneas que afectaron dos iglesias católicas, una evangélica y varios hoteles dejaron 290 personas muertas, 40 de ellas extranjeras, y 500 heridos; otros artefactos terroristas lograron ser desactivados en el aeropuerto y la principal terminal de buses.

Las autoridades han señalado a un grupo extremista islámico local como autor de los atentados, aunque aseguran que debió recibir ayuda desde el extranjero por la complejidad y precisión de los ataques.

Hechos como los ocurridos en Sri Lanka y Nueva Zelanda deberían hacer que el mundo se detenga a pensar sobre lo que está sucediendo.

orque no es posible que en pleno Siglo XXI se sigan cometiendo ataques tan bárbaros y provocando tantas muertes a nombre de las diferencias religiosas.

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