¿Educación?

Con desmanes, destrucción de bienes públicos, agresiones a policías, bloqueo de vías y ataques con explosivos a las instalaciones de RCN Radio, concluyó la protesta estudiantil del pasado jueves que pretendía reclamar más recursos para la educación pública.

Sin duda, el derecho a la protesta es respetable pero es inadmisible que quienes lo ejerzan traten de destruir todo lo que encuentren a su paso.

No es tratando de incendiar a RCN, destruyendo el centro histórico de Popayán o generando bloqueos y disturbios que impidieron la movilización en Bogotá, como se solucionarán los problemas de financiación que hoy padecen las universidades oficiales.

Lo ocurrido indica que la protesta se la tomaron vándalos adiestrados para sembrar el caos.

El vandalismo no es la manera de presionar al Gobierno que hasta ahora ha demostrado su disposición para dialogar y ya hizo un acuerdo con los rectores de las universidades públicas.

Lo que sí logra esa violencia es que la protesta pierda legitimidad y sea rechazada por los colombianos.

Y que los cientos de estudiantes que salen a marchar de forma pacífica terminen siendo acusados por culpa de infiltrados que buscan hacer daño.

Lo único que producen esos disturbios es la condena de la sociedad colombiana que no acepta la violencia y termina siendo la principal afectada por atentados contra la concordia y la educación.