Con tranquilidad y alegría
El fútbol, que debe ser una fiesta deportiva en la que se aliente a los equipos y se disfrute del buen espectáculo, se ha convertido en la preocupación de las autoridades y de los colombianos por los hechos de intolerancia o violencia que se puedan desencadenar.
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28 de feb de 2020, 11:55 p. m.
Actualizado el 26 de abr de 2023, 06:43 p. m.
El fútbol, que debe ser una fiesta deportiva en la que se aliente a los equipos y se disfrute del buen espectáculo, se ha convertido en la preocupación de las autoridades y de los colombianos por los hechos de intolerancia o violencia que se puedan desencadenar.
El despliegue de mil policías para cuidar la seguridad de los asistentes al partido de hoy entre el América y el Deportivo Cali evidencia cómo el estadio se ha convertido en foco de conflicto.
En otras épocas, el clásico era motivo de alegría, de esparcimiento y la oportunidad de encontrarse alrededor de las banderas de los dos equipos tradicionales de la ciudad.
Ahora la historia es a otro precio: los desmanes, el vandalismo y los enfrentamientos violentos cuando hay partidos, han obligado a tomar decisiones inusitadas como prohibirles a los hinchas del Cali el ingreso al Pascual Guerrero o a disponer de un millar de policías para controlar el orden.
Son comportamientos que no representan al fútbol ni pueden ser tolerados.
Como siempre, hoy hay que pedir que se mantenga el orden, que primen el buen juicio y la convivencia, más allá de las pasiones que por su naturaleza despiertan estos encuentros.
Ese debe ser el compromiso de los equipos, de los hinchas y de las autoridades, que tienen entre todos la responsabilidad de preservar la tranquilidad en la ciudad para que el clásico rojo y verde se viva con alegría.
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