Así no hay Justicia

Con tantas trabas que se le ponen, la Justicia en Cali difícilmente puede funcionar.

Ya no es que sus oficinas estén otra vez desperdigadas por la ciudad, luego del cierre obligado de la mayoría de despachos del Palacio de Justicia desde que colapsó uno de sus ascensores, lo que dificulta la prestación de un servicio esencial para los ciudadanos.

Ahora el problema es que la mitad o más de las audiencias programadas en la ciudad no se realizan porque los acusados no llegan, o no tienen quién los defienda, o no hay las herramientas tecnológicas para adelantar los procesos.

Que el Inpec no traslade a los reos a sus diligencias porque no hay plata para gasolina demuestra el profundo hoyo en el que ha caído esa entidad, cuestionada por su ineficiencia y los frecuentes casos de corrupción.

Igual de grave es que la Defensoría del Pueblo, cuyo deber ese velar por los derechos de los ciudadanos incluso si han cometido delitos, no haga a tiempo los nombramientos de los abogados de oficio.

Y si a ello se suma, como dicen los magistrados del Consejo Seccional de la Judicatura, la falta de tecnología y la congestión propia de los despachos, la realidad es que en Cali no se está impartiendo la Justicia pronta y debida a la que tienen derecho los ciudadanos.

Mientras no se solucionen esos problemas, continuarán las arbitrariedades, los casos prescribirán, criminales saldrán libres y la credibilidad de la Justicia, que ya se sabe necesita una profunda reforma, seguirá cuestionada.