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Reforma sí, pero no así

Por fortuna en el Congreso se evitó el recorte que la ministra Corcho propuso en el presupuesto de la salud, aumentando sus recursos para el 2023, y se logró que se aplazara para el año entrante la presentación y el debate de una propuesta de reforma cuyo contenido final se desconoce no obstante que se habían filtrado varias de sus inquietantes iniciativas.

28 de septiembre de 2022 Por: Editorial .

Dentro del maremágnum de reformas anunciadas por el nuevo gobierno y sus aliados, los cambios al sistema de salud que proclama con vehemencia y sin dar a conocer la Ministra del ramo están causando serias inquietudes. Pueda ser que la sensatez se imponga tanto en el Ejecutivo como en el Congreso para evitar un descalabro de consecuencias impensadas para la población colombiana.

No es desconocida la beligerancia de la doctora Carolina Corcho como activista y líder política contra el sistema, su interés en acabar con las Empresas Prestadoras de Salud y su obsesión por imponer el regreso al sistema anterior a la ley 100 de 1993 que sólo cubría al 25% de los colombianos, en contraste con el 99% que hoy muestra el sistema vigente. Esas razones han sido esgrimidas por la ahora ministra para justificar la regresión que, sin lugar a dudas, es una amenaza a la salud de nuestra nación.

Es indiscutible que el sistema de salud tiene muchos problemas y necesita cambios, algunos urgentes. Además de estar desfinanciado y requerir de crecientes recursos del Estado para cubrir los subsidios que demanda la atención a la salud de todos los colombianos sin distingo, es necesario resolver asuntos como la mala situación de muchas EPS, así como los incumplimientos a las clínicas y hospitales que en muchos casos los tienen al borde del cierre.

Pero esa necesidad no puede llevar a hacer tabla rasa de lo que Colombia ha construido durante 29 años, ni a desconocer la depuración que se ha venido aplicando a través de los años como las adelantadas por el hoy Ministro de Educación, sin llegar a la crisis total que se quiere imponer ni para desaparecer la medicina prepagada que ha aportado recursos significativos para tener el servicio médico de nuestro país. Por ello, y como parece estar ocurriendo después de polémicas en las cuales se ha querido imponer el poder del Estado a la crítica libre, es indispensable apelar a la serenidad que implica dejar de lado los prejuicios ideológicos y de todo tipo, dedicando el esfuerzo a la revisión y el ajuste de lo que sea necesario para tener un mejor sistema y menos dificultades.

Por fortuna en el Congreso se evitó el recorte que la ministra Corcho propuso en el presupuesto de la salud, aumentando sus recursos para el 2023, y se logró que se aplazara para el año entrante la presentación y el debate de una propuesta de reforma cuyo contenido final se desconoce no obstante que se habían filtrado varias de sus inquietantes iniciativas. También debe reconocerse el llamado al diálogo y a que se escuche lo que tienen que decir y proponer tanto los sectores vinculados a la salud como la sociedad, los colombianos que han recibido los beneficios de un sistema, imperfecto aún pero de grandes progresos para la Nación.

En resumen, bienvenida la iniciativa de reformar la salud, que responde a su difícil situación y a los reclamos de muchos sectores. Pero cuidado con dejarse guiar por prejuicios e ideología que pretende entregarle al clientelismo que devora al Estado un servicio del cual dependen la vida y el bienestar de los colombianos.

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