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Presidente Gustavo Petro en Cali, Gobierno en los Barrios Populares
No es que Colombia no quiera los cambios que, sin duda, necesita con urgencia el país y sobre todo su población más olvidada y vulnerable. | Foto: Jorge Orozco

Editorial

La mala hora del Gobierno

Son todos esos bandazos, que nada tienen que ver con los supuestos intentos de ‘golpes blandos’, los que hoy tienen a Gustavo Petro y a su gobierno con los índices más altos de desfavorabilidad en América Latina.

26 de mayo de 2024 Por: Editorial

El gobierno de Gustavo Petro no podría estar atravesando un momento peor. Luego de 21 meses en el poder no avanza en los cambios que prometió, la mayoría de sus proyectos legislativos se hunden, los escándalos por corrupción crecen y la popularidad del Presidente de los colombianos va en caída libre. No le quedará fácil a punta de amenazas, de llamados a constituyentes, de victimizaciones ni de trinos, salvar lo que le queda de mandato.

El mes de mayo que está a punto de terminar, le asestó un golpe tras otro al Ejecutivo, con la única excepción de la reforma pensional que fue aprobada en la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes y a la que solo le faltan su trámite en plenaria en esa corporación, así como la conciliación con el Senado, para ser Ley de la República. El único problema, y grande, es que aún no cuenta con aval fiscal.

Mientras en el Legislativo se congeló la discusión de la reforma a la Educación, la Corte Constitucional ‘tumbó’ por vicios de trámite el Ministerio de la Igualdad, en cabeza de la vicepresidenta Francia Márquez. La Alta Corte también devolvió el Plan Nacional de Desarrollo por errores de forma al aprobarse y aunque se han hecho dos intentos de conciliación para subsanar esos fallos, no ha sido posible que los congresistas se pongan de acuerdo.

A los ya sonados escándalos que han tocado al actual Gobierno, se le sumaron este mes la ponencia presentada por dos magistrados del Consejo Nacional Electoral para investigar la campaña presidencial de Petro, así como los ventiladores que prendieron Olmedo López y Sneyder Pinilla por los casos de corrupción en la Unidad Nación de Atención del Riesgo de Desastres, Ungrd, que ha salpicado a ministros, congresistas y allegados al Mandatario.

Todos los implicados niegan cualquier participación, se habla de ‘cónclaves’ del más alto nivel gubernamental para definir a quién se le daba y cuánto de la tajada de la Ungrd, a cambio de favorecer las reformas legislativas, mientras el país espera que se presenten ante la Justicia las pruebas pertinentes. La respuesta del Presidente es trinar aún más y decir, como suele suceder con quienes ostentan el poder y son acusados, que todo fue a sus espaldas.

Pero entre todo ello, el golpe más contundente al Gobierno de Petro es el fracaso de los cambios que se hicieron en el sistema de salud de los maestros, que hoy tiene en crisis ese servicio y a 800 mil docentes sin la debida atención. El que sería el ejemplo de la reforma a la salud planteada desde su llegada al poder y que se hundió en el Congreso de la República, hace aguas y no parece tener solución inmediata a la vista.

Son todos esos bandazos, que nada tienen que ver con los supuestos intentos de ‘golpes blandos’, los que hoy tienen a Gustavo Petro y a su gobierno con los índices más altos de desfavorabilidad en América Latina, apenas superados por la Presidenta de Perú.

No es que Colombia no quiera los cambios que, sin duda, necesita con urgencia el país y sobre todo su población más olvidada y vulnerable. Pero no es con imposiciones ni amenazas proferidas desde la Casa de Nariño, a través de redes sociales o con retadores discursos, ni mucho menos encubriendo escándalos, como se conseguirán las transformaciones que reclaman los colombianos del que se hace llamar el Gobierno del cambio.

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