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Más de 6,5 millones de personas procedentes de Ucrania han sido refugiadas en el mundo entero. Se habla de 10.000 muertos, pero la cifra podría ser superior.
El escenario no es fácil y hace prever que el conflicto entre Rusia y Ucrania se extenderá indefinidamente. | Foto: getty images

Editorial

La guerra sin fin

Las voces internacionales se tienen que seguir alzando fuerte en contra de Putin y de sus intentos expansionistas, mientras las sanciones económicas, que no lo han debilitado como se esperaba o fueron cediendo con el paso del tiempo, se deben endurecer.

26 de febrero de 2024 Por: Editorial

Dos años después de iniciar la más absurda guerra contra Ucrania, queda claro que Vladimir Putin está cada vez más alejado de la posibilidad de declararse como vencedor supremo de la contienda. Si el presidente de Rusia pensó que sería cuestión de semanas aplastar al país vecino, hoy sabe que no hay enemigo pequeño, que su Ejército Rojo no es tan poderoso y que el conflicto en que se embarcó le pasa una factura política, social e internacional costosa.

Lo que debería zanjarse en “tres días”, según Putin, lleva 24 meses. El coraje ucraniano y de su presidente Volodimir Zelenski impidieron desde el principio un mayor avance de las tropas rusas; a partir de entonces todo ha sido ires y venires, en los que el invasor gana un poco de terreno, el invadido se defiende y hace retroceder, o por lo menos no permite que la marcha siga.

Parece poco probable que se cristalicen las intenciones de Moscú de quedarse con el cien por ciento de un territorio al que no considera como Nación independiente y que reclama como parte de Rusia, en un fallido intento por reunificar parcialmente a la antigua Unión Soviética. Poco más puede hacer para lograr su objetivo, cuando se enfrenta al desgaste de sus tropas, a una oposición interna que se mantiene pese a los esfuerzos por acallarla incluso a la fuerza, y a un rechazo internacional que permanece firme.

Tampoco Ucrania puede estar tranquila, porque han sido dos años de luchar contra Goliat, de sufrir pérdidas como los 31.000 soldados que reconoce han caído frente al enemigo, de ver ciudades enteras destruidas. Y de temer que en algún momento la ayuda de Occidente se termine –cada vez disminuye más- con lo cual su lucha contra Rusia sería aún más desigual.

Por ello el mundo no le puede dar la espalda al país europeo. El mensaje de respaldo político que transmitieron con su reciente visita a Kiev la Presidenta de la Comisión Europea y los primeros ministros de Bélgica, Italia y Canadá, por los 24 meses de inicio de la guerra, debe traducirse así mismo en apoyo financiero y militar.

Las voces internacionales se tienen que seguir alzando fuerte en contra de Putin y de sus intentos expansionistas, mientras las sanciones económicas, que no lo han debilitado como se esperaba o fueron cediendo con el paso del tiempo, se deben endurecer. La incertidumbre con lo que pueda pasar en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, y la posibilidad de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca, hacen temer que la ayuda del principal aliado, junto con la Unión Europea, de Zelenski, se reduzca de manera considerable.

El escenario no es fácil y hace prever que el conflicto entre Rusia y Ucrania se extenderá indefinidamente. Además de las repercusiones que tiene para la estabilidad mundial una confrontación bélica sin fin, quedará de manifiesto la incapacidad de la comunidad internacional, y ni que decir de la Organización de las Naciones Unidas, de evitar que guerras absurdas como esta sigan afectando a la humanidad.

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