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No debería causarle sorpresa al Ejército de Liberación Nacional lo que sucede en Nariño, ni que tome como excusa ese motivo para hablar de congelamiento o generar una crisis que ponga en jaque la mesa de negociaciones central. | Foto: afp

Editorial

Diálogos congelados

Lo que el Eln debe decirle con sinceridad al país es si tiene verdaderas intenciones de llegar a acuerdos que le pongan fin a su guerra contra el país y acaben con su participación en negocios ilícitos.

22 de febrero de 2024 Por: Editorial

No existe tal crisis en los diálogos que el Gobierno Nacional adelanta con el Ejército de Liberación Nacional, Eln. Lo que hay son excusas de esa guerrilla, como ha ocurrido tantas veces antes, para truncar las posibilidades de alcanzar acuerdos que lleven a su desmovilización, a ponerle fin a sus negocios ilícitos y a que cese la guerra declarada hace más de seis décadas a Colombia. Otra vez hay que pedirle seriedad y cumplimiento de los compromisos ya adquiridos.

En el comunicado emitido por los negociadores del Eln, con el cual amenazan con congelar las conversaciones, se asegura que hay “acciones violatorias” a lo pactado en la mesa de diálogos. El Comando Central, Coce, acusa al Gobierno de adelantar diálogos territoriales en Nariño por debajo de la mesa, desconociendo a la delegación nombrada por el grupo alzado en armas, así como a los garantes internacionales.

El motivo de la discordia son los diálogos convocados para marzo próximo por la Gobernación de Nariño con organizaciones armadas ilegales que operan en la región, incluidas disidencias de las Farc y frentes del Eln que operan en el departamento. No son convocatorias veladas y por el contrario cuentan con el aval del Gobierno Nacional, que según el alto comisionado para la Paz, Otty Patiño, “respeta y alienta” estas iniciativas de los mandatarios territoriales porque buscan “proteger a la población y realizar transformaciones sociales”.

Impulsar esos diálogos regionales ha sido una de las políticas defendidas por el presidente Petro, por lo cual hay varios procesos que se desarrollan actualmente en diferentes departamentos, incluidos algunos del Pacífico colombiano. Por ello no debería causarle sorpresa al Ejército de Liberación Nacional lo que sucede en Nariño, ni que tome como excusa ese motivo para hablar de congelamiento o generar una crisis que ponga en jaque la mesa de negociaciones central.

Tampoco puede desconocer el Comando Central de esa guerrilla, que lo sucedido obedece a la falta de unidad de mando al interior de la organización subversiva. Ejemplo de ello son los bloqueos y paros casi permanentes en el Chocó por orden de frentes del Eln, con los cuales se aísla a miles de personas, se impide su movilización y se somete a poblaciones enteras al desabastecimiento o a que sus necesidades básicas no puedan ser atendidas. Son decisiones autónomas, frente a las cuales el Coce no parece tener conocimiento ni injerencia.

Los mandatarios seccionales y locales tienen derecho a hacer lo que esté en sus manos para buscar la tranquilidad de sus habitantes, que siguen siendo en muchos casos las víctimas directas de las acciones de los grupos violentos. Utilizar eso como excusa para congelar las negociaciones que ya van por su sexta ronda, y en las cuales se han alcanzado pactos importantes como el cese al fuego bilateral temporal o la suspensión de los secuestros extorsivos, es una forma vil de hacerle, otra vez, conejo a la paz de Colombia.

Lo que el Eln debe decirle con sinceridad al país es si tiene verdaderas intenciones de llegar a acuerdos que le pongan fin a su guerra contra el país y acaben con su participación en negocios ilícitos. O si, por el contrario, lo que busca es ganar tiempo para fortalecerse y seguir con su carrera de ataques y crímenes contra los colombianos.

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