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Coronel (r) Élmer Fernández, director de la cárcel La Modelo
Coronel (r) Élmer Fernández, director de la cárcel La Modelo | Foto: Juan David Camacho / EL TIEMPO / Suministrado a Semana

Editorial

Centros del crimen

De esa laxitud se aprovechan quienes pagan condenas por haber transgredido las leyes, los mismos que compran conciencias, sobornan y convierten los lugares donde deberían resocializarse en nuevos espacios para el hampa.

18 de mayo de 2024 Por: Editorial

El coronel (r) Élmer Fernández, director de la cárcel La Modelo, es la más reciente víctima de la guerra que bandas delincuenciales les han declarado a funcionarios del Inpec. Su crimen, como el de la mayoría de guardianes o directivos penitenciarios asesinados en los últimos años, se hubiera evitado brindando la protección necesaria así como realizando la reforma penitenciara que acabe de raíz los múltiples problemas que afectan las cárceles colombianas.

Fernández llevaba 40 días en la dirección de La Modelo, en Bogotá, un reclusorio de mediana seguridad, permeado por los mismos males que padece la mayoría de penitenciarias del país. Su responsabilidad era devolverle el orden a esa cárcel, luchar contra la extorsión y controlar los demás delitos que desde ahí se cometen.

Por su labor fue objeto de amenazas y, según se conoció, a principio del mes de mayo recibió panfletos intimidatorios contra él y su familia. Aunque denunció esos hechos ante la Fiscalía General de la Nación, la protección del Estado no se activó y fue víctima de un atentado perpetrado el jueves en la noche, en el que murió.

El caso del coronel (r) Fernández se suma a los cuatro funcionarios del Inpec asesinados en lo que va de este año, tiempo en el que otros tres guardas han resultado heridos en ataques en su contra. Detrás de esa violencia estarían grupos delincuenciales como La Inmaculada, la banda criminal que opera en Tuluá y cuyos cabecillas, aunque se encuentran encarcelados, siguen delinquiendo desde sus sitios de reclusión.

Son de sobra conocidas las graves situaciones que se viven al interior de los centros carcelarios, donde el Inpec, encargado de la vigilancia y la administración, no parece tener la autoridad para ejercer el debido control. A ello se suman los actos de corrupción que permean a la institución, impiden que las normas penitenciarias se cumplan y facilitan la comisión de fechorías desde su interior.

De esa laxitud se aprovechan quienes pagan condenas por haber transgredido las leyes, los mismos que compran conciencias, sobornan y convierten los lugares donde deberían resocializarse en nuevos espacios para el hampa. Es la crisis de siempre, que se agudiza año tras año sin que ningún gobierne le dé la solución de raíz que se necesita.

Es por ello que los patios o celdas se usan para hacer bacanales. Ahí está la razón para que sea ingresen elementos prohibidos a las cárceles, incluidos armas, celulares, drogas ilícitas y dinero a borbotones. O por lo cual desde su interior se realizan extorsiones, se planean secuestros, se envían panfletos con amenazas y se ordenan asesinatos como el del director de La Modelo.

Ayer fueron trasladados a penales de máxima seguridad varios reclusos que podrían estar involucrados en el homicidio del coronel (r) Élmer Fernández. Son medidas pertinentes que, sin embargo, no reparan los profundos problemas que afectan al sistema nacional penitenciario. Las reformas que reclaman desde hace años los colombianos se tienen qué hacer, incluida la que corresponde al Inpec, si se pretende que paren los crímenes cometidos desde las cárceles nacionales.

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