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Las muertes violentas en Cali no se detienen y es uno de los delitos que sigue impactando a la población, entre otras causas, aseguran expertos, por la falta de articulación entre las autoridades de Policía y la Alcaldía. Foto 123rf
Los únicos casos que han aumentado en este trimestre son los relacionados con lesiones personales, lo que indica que la intolerancia sigue siendo un problema grave para Cali. | Foto: Foto 123rf

Editorial

Buen comienzo

Para que continúe la tendencia a la baja en los índices de homicidios y demás delitos que se cometen en la capital vallecaucana, hay otro componente esencial: la colaboración de los caleños.

5 de abril de 2024 Por: Editorial

En los tres primeros meses de este 2024 en Cali fueron asesinadas 53 personas menos que en el mismo periodo del año anterior. No son números, son vidas que se le arrebatan a la violencia, a la criminalidad, a la intolerancia, como resultado, sin duda, de la labor articulada entre las autoridades locales y la Fuerza Pública con la colaboración ciudadana.

Los índices de homicidios, sin embargo, siguen siendo altos en la capital del Valle. Entre enero y marzo, según el más reciente informe presentado por la Policía Metropolitana, se cometieron 199 asesinatos, que si bien significan una disminución del 21% cuando se comparan con lo ocurrido en el primer trimestre del 2023, también demuestran que es necesario redoblar los esfuerzos, incrementar los recursos para combatir el crimen y comprometerse con más programas sociales y de prevención para mejorar la seguridad.

Para lograr esa reducción, que se ve también reflejada en delitos como el hurto a personas y al comercio, el robo de celulares y vehículos, así como en menos casos de extorsión, ha sido esencial el trabajo conjunto entre la nueva Administración Municipal y la comandancia de la Policía local. Queda demostrado que se necesita verdadera voluntad y garantizar el presupuesto suficiente para que la Fuerza Pública pueda hacer mejor su trabajo.

Se debe reconocer, así mismo, el interés del Gobierno caleño por revivir iniciativas como los Territorios de Inclusión y Oportunidad, TIO, que buscan mejorar las condiciones sociales y económicas de las comunidades más vulnerables de la ciudad. Si a la sociedad se le brindan oportunidades de progreso, serán menos las manos que se le entregan a la delincuencia y al crimen organizado que operan en Cali.

Para que continúe la tendencia a la baja en los índices de homicidios y demás delitos que se cometen en la capital vallecaucana, hay otro componente esencial: la colaboración de los caleños. El trabajo de hacer a Cali más segura y brindarle tranquilidad a su población no les corresponde en exclusiva a las autoridades, es necesario que los ciudadanos y las comunidades estén atentos, denuncien y ayuden a vigilar las calles de su urbe.

Si bien este gobierno apenas comienza su cuatrienio, hay que insistir en la necesidad de modernizar y fortalecer el sistema de cámaras de seguridad, fundamental en la lucha contra la criminalidad. Los programas de formación para la convivencia así como aquellos que promueven la resolución temprana de conflictos, también son indispensables. Los únicos casos que han aumentado en este trimestre son los relacionados con lesiones personales, lo que indica que la intolerancia sigue siendo un problema grave para Cali.

La capital del Valle y quienes habitan en ella merecen vivir con tranquilidad, en una ciudad más segura, en la que se pueda caminar por sus calles, circular por sus vías, estar en los espacios públicos sin temor a perder la vida o a ser asaltado. En ello se deben comprometer las autoridades, que tienen el deber de proteger a la población.

Que el buen comienzo del año en materia de seguridad y reducción de la criminalidad se mantenga, hasta que Cali deje de ser una de las ciudades más peligrosas y violentas del país.

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