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Francisco José Lloreda Mera

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Y Colombia incendiada

Lo que más llama la atención del Mandatario, es su súbito interés por la vida y los derechos humanos de los civiles palestinos, mientras que en Colombia proliferan los asesinatos, las masacres y los secuestros.

12 de noviembre de 2023 Por: Francisco José Lloreda Mera

Son miles los civiles muertos del enfrentamiento entre el Estado de Israel y Hamás y no se vislumbra un final cercano. Más cuando uno de los líderes del grupo terrorista dice que el ataque sorpresivo y despiadado del 7 de octubre tuvo por propósito desatar una guerra permanente contra Israel, el exterminio del pueblo judío, y desestabilizar a la región. Y agrega que no les interesa gobernar Gaza, y mucho menos la suerte del pueblo palestino.

Similar al resto de países civilizados, se esperaba un rechazo contundente del Gobierno de Colombia al acto terrorista. El presidente Petro, en contra del sentir mayoritario de los colombianos, no lo hizo. Como tampoco ocurrió cuando Rusia atacó a Ucrania. Por el contrario: se fue lanza en ristre contra el Estado de Israel, el presidente Benjamin Netanyahu y el pueblo judío, con comparaciones absurdas y provocadoras, propias de una mente torcida y desvariante.

Pero, lo que más llama la atención del Mandatario, es su súbito interés por la vida y los derechos humanos de los civiles palestinos, mientras que en Colombia proliferan los asesinatos, las masacres y los secuestros, incluidos los de líderes sociales y ambientales por quienes antes se rasgaba sus vestiduras. A juzgar por su número de trinos sobre la crisis en Oriente Medio y en Colombia, poco parecieran importarle las atrocidades que ocurren en nuestro país.

Solo en el primer año del Gobierno Petro se presentaron 12,039 homicidios (más que los muertos en Gaza) de los cuales 184 fueron líderes sociales, 81 masacres con un saldo de 176 muertos, y 285 secuestros, la mayoría perpetrados por el Eln (Fuente: Indepaz). Hechos sobre los cuales con dificultad él opina o se pronuncia el Pacto Histórico, que ya no cita ministros a debates o promueve marchas por la vida de los líderes sociales.

Tuvo que ocurrir el secuestro del padre de Luis Díaz por parte del Eln y su liberación en extrañas circunstancias aún por aclarar, para que el presidente Petro dignara fijarse en el país, aunque fuese un momento. Se enfocó pronto en la crisis lejana, trinando que denunciará penalmente a Netanyahu ante la Corte Penal Internacional, ignorante quizá de que el tribunal no recibe denuncias, sino solicitudes de investigación que no obligan.

Una primera hipótesis: como ha ocurrido en otras ocasiones, busca desviar la atención ciudadana y de los medios de los problemas nacionales, que le han quedado grande. La segunda, que con tal de abrirse un espacio de reconocimiento a nivel global -o aparentar que lo logra- está dispuesto a decir cuanta barbaridad se le antoja

jugando al enfant terrible. Cualquiera sea su motivación, el gran perjudicado es Colombia. Los hechos lo confirman.

La economía se resquebraja a pasos agigantados, la seguridad está a merced de grupos criminales, la salud en cuidados intensivos mientras varios congresistas de los partidos tradicionales renegocian su apoyo a la reforma, el sector eléctrico en alerta máxima por cuenta de la demagogia y una comisión reguladora decapitada, y se radica un proyecto de ley que podría triplicar el impuesto predial urbano y rural; puerta a la expropiación.

La guerra entre Israel y el grupo terrorista Hamás, como la de Rusia y Ucrania, amerita atención global. Y allá como acá debe exigirse cumplir el Derecho Internacional Humanitario. Pero que un presidente le dé más importancia a

los muertos ajenos que a los de su país no es normal. Petro condena sin contemplación los ataques de Israel, pero pasa por alto los crímenes de lesa humanidad y de guerra de Hamás y de Rusia y, en especial, los del Eln y las Farc. Colombia incendiada y él divagando sobre cómo llevar a Netanyahu a la cárcel.

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