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Personaje del año

Mi personaje del 2018 es el resentimiento, el hacha de moda que igual sirve para todo y contra todo.

16 de diciembre de 2018 Por:

El diario El Tiempo ha considerado personaje del año a 11’674.951 colombianos que votamos contra la corrupción el pasado 26 de agosto. Acertaron, esta vez sí.

Procedo ahora con el mío, con mi personaje 2018, que esta vez no solo es nacional sino que coincide con el mundial. Mi personaje es el resentimiento, el hacha de moda que igual sirve para todo y contra todo. La he visto blandir mucho por estos lares como, insospechadamente, en los parisinos Campos Elíseos o en un elegante barrio de Río. E incluso le vi asomar las narices en una avenida de Buenos Aires, al paso de un bus con futbolistas. Y, por si faltara algo, hecha votos allá en mi querida Andalucía, sur de España, disfrazada dizque de reconquista y de torero.

El resentimiento, para ir a la definición clásica, es la “acción y efecto de resentirse (tener un enojo o pesar por algo)”. Pero esa es solo la cuota inicial, porque lo que, viene a continuación es lo serio, aquello en lo que se refleja: “En diversos sentimientos y actitudes, como la hostilidad hacia algo o alguien, la ira no resuelta sobre un acontecimiento, el enfurecimiento o la incapacidad para perdonar”.

No puede ser más gráfica esta bendita lengua que hablamos. Veo resentimiento a diario cuando incurro en la torpeza de atender a las redes sociales. Bueno, digamos que no solo lo veo, sino que lo huelo (en realidad, apesta). Y lo palpo, porque la ira que irradia en trinos y foros se hace carne en víctimas y en victimarios, que luego resultan ser los mismos.

Todo, adobado con el dogmatismo del caso. “Me cuesta el debate en redes porque abundan los absolutos: Nunca, siempre, jamás, todos, ninguno, el único, la única... y yo que veo la vida llena de matices me pego unas perdidas”, dice Yolanda Ruiz, colega y ejemplo de equilibrio. Yolanda, quédate en los matices, ya verás que es más saludable.

También sería bueno quitarnos de la cabeza aquello de que el resentido es un desposeído, porque esta hiedra crece igual de arriba hacia abajo que de abajo hacia arriba; y de derecha a izquierda, como de izquierda a derecha.

El resentimiento sirve igual a unos y a otros. Coincido con Javier Marías cuando dice que “La lucha por el poder es legítima, tanto como la aspiración a mejorar y progresar, a acabar con las desigualdades feroces y no digamos con la pobreza extrema. Pero se están abriendo paso, en demasiados lugares, políticos que más bien buscan fomentar el resentimiento de cualquier capa de la población (...). A lo que esos políticos aspiran (...) es a que el resentimiento se adueñe del escenario y lo invada todo, a darle vía libre y a que cada cual le ajuste cuentas a su vecino. Son políticos incendiarios y fratricidas”.

Políticos, igual de peligrosos, quienes la emprenden contra todo lo que les parezca ‘rojo’ como esos que proponen acabar con las ‘castas’. Son todos, en el fondo, la misma cosa: “Es la contradicción que explota el populismo: los climas de indignación generan sus particulares monstruos”, advierte Máriam Martínez- Bascuñán.

Por eso es que no sorprende ver a “gente de izquierda apoyando un movimiento francés que protesta violentamente en contra de medidas de control a la contaminación, y que conduce al fortalecimiento de Le Pen y la extrema derecha. Parece que se apoya a cualquiera que queme algo, no importa por qué”, tal cual afirma el profesor Moisés Wasserman.
De acuerdo profesor, no es la furia, y con ella el resentimiento, el mejor argumento de quien disiente.

Vuelve pues a ser el resentimiento el personaje del año. Ya lo fue en el Siglo XX, en un mundo que, entre otras cosas, está pintado tal cual en una serie documental más que recomendable: ‘El Círculo del mal’ (The circle of evil). Ese mundo de los años 30 del que, parece ser, sacamos pocas lecciones, según se puede ver en las calles y en Twitter, depositario de odios por excelencia de estos tiempos.

Sigue en Twitter @VictorDiusabaR

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