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Más que una elección

¿Iban a dejar pasar ellos la oportunidad de, quizás, poder pagar algunos favores de los tantos que andan debiendo, contraídos durante sus costosas campañas?

21 de agosto de 2022 Por:

Con motivo de la elección en el Congreso del nuevo Contralor General de la República volvimos a recordar qué país habitamos y en qué sociedad vivimos.

Quizás, algunos de ustedes se sorprendieron de lo que allí pasó. Pero, ¿acaso es raro que semejante caja de la burocracia despierte, otra vez, la voracidad de algunos? ¿Iban a dejar pasar ellos la oportunidad de, quizás, poder pagar algunos favores de los tantos que andan debiendo, contraídos durante sus costosas campañas?

Tampoco es para asombrarse con el desenlace. Si el nombre de Carlos Hernán Rodríguez se convirtió en factor aglutinante es porque les servía a las mayorías. De hecho, su postulación valió para juntar a presuntos pura sangre irreconciliables. Los mismos que, ya sabemos, dejan de serlo en cuanto aparecen en el camino, antes que intereses comunes, tajadas imposibles de despreciar.

La mecánica interna, o como lo quieran llamar, para terminar en la elección de Rodríguez no es nueva. Llevamos en estas tantos años cuantos tenemos como república. Y nos esperan no pocos más.

No sobra agradecer a quienes en momentos así votan en blanco o se abstienen. De honrosas excepciones como esas está hecha la historia nacional. Honrosas excepciones de las que nadie se acuerda después. Mientras que quienes montan las aplanadoras y las ponen a funcionar se quedan con los créditos.

Tampoco crean que es fácil esa tarea de mezclar agua y aceite. Se necesita tanta cancha como hígados. Los animales políticos se hacen, no cabe duda. Pero, igual, creo que nacen. Eso de colgar, cual sombrero, los escrúpulos a la entrada de donde se arman encerronas y celadas, requiere de una enorme habilidad, digna de otras causas.

Aunque también sorprende lo fácil que se aprende. Por ejemplo, ¿cómo es que un Congreso hasta cierto punto renovado como el actual, entra tan pronto en sintonía de prácticas de este tipo?

Ahí puede estar la clave de todo: porque este Congreso que genera reparos no es otra cosa que el reflejo de la sociedad que tenemos, esta comunidad de limitadas virtudes y enormes mañas.

Eso es lo que hay, decía en estos días Iñaki Gabilondo, reconocido periodista español sobre lo que es la clase política de su país, tan parecida y cuestionada como la nuestra.

Y sí, eso que acaba de pasar es lo que tenemos aquí en Colombia. Porque ¿de dónde creemos que viene nuestra dirigencia? ¿de Marte?, ¿de Venus? Nada, proviene de la entraña, es genuina representación de nuestro promedio colectivo e individual, de todo lo que uno vive y ve en la calle.
Otra cosa es negarse a aceptarlo. Aunque, ni más faltaba, la gente tiene todo el derecho a sentirse superior a sus políticos, así esa misma gente incurra en comportamientos similares en la vida cotidiana.

Tampoco es para acostumbrarse o resignarse. De esto no nos saca sino la buena educación.

Ahora a ver si este mismo Congreso nos manda enseguida algunas señales urgentes de que también está para grandes cosas, de las tantas que siguen pendientes para tener un mejor país. Nunca es tarde.

Si así lo hiciese, de alguna manera estaría enviando una lección de unidad nacional sobre lo fundamental, muy necesaria para escapar al catastrofismo en que andamos.

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Sobrero: Andar buscando culpables en el pasado de que el Eln no haya puesto de su parte para hacer la paz es buscar el ahogado río arriba. Ojalá ahora esa guerrilla se tome en serio esta nueva oportunidad.

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