Los de la cicla
Está vez no, pero quizá mañana sí. Porque aquí partimos de un hecho concreto: el ciclismo ya venció antes, no una, sino varias veces. Y lo volverá a hacer.
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16 de sept de 2018, 11:40 p. m.
Actualizado el 19 de abr de 2023, 05:02 a. m.
Escribo el sábado, no más acaba la penúltima etapa de la Vuelta a España que concluyó ayer. En un minuto paso de la frustración a la alegría, el mismo tiempo que he tardado en digerir la derrota de Miguel Ángel 'Superman' López sobre la línea de meta ante el envión final de un español, Enric Mas.
¿Alegría de ser segundo? Sí. Y orgullo. Cómo suele pasarme cada vez que un ciclista colombiano se bate en esas grandes ligas que son el Tour, el Giro, la carrera de España y otras de menor pedigrí. Porque con ellos, con nuestros ‘escarabajos’, existirá siempre la posibilidad de verlos ganar y la certeza de que no cesan en luchar.
Como ha pasado en casi tres horas de este día en las que, con un sinfín de montañas que se plantaron como muros y descensos que de descanso no tenían nada (por el contrario), he visto tres lecciones de grandeza. Una, la de ‘Superman’, al encarnar sobre una bicicleta la definición de casta, de bravura, de valentía, de sana ambición. Dos, la de Nairo en condición de gregario, dispuesto a entregar cada pedalazo en favor de su jefe Alejandro Valverde, lo que hace ver al de Cómbita más grande de lo que es, en su deporte y en la vida. Y tres, la lección habitual del buen Rigoberto Urán, todo alegría y sentimiento.
Aunque estoy siendo injusto al reducir solo a eso las enormes calidades de los tres. Son ellos, y por fortuna muchos más de nuestros guerreros, la evidente demostración de que somos potencia ciclística. Para decirlo de una vez: sin ellos, el ciclismo mundial quedaría cojo.
¡Pero si no ganamos!, dirán quienes se sienten defraudados o despotrican. Sí señores, no ganamos. Está vez no, pero quizá mañana sí. Porque aquí partimos de un hecho concreto: el ciclismo ya venció antes, no una, sino varias veces. Y lo volverá a hacer.
Gana el ciclismo, como lo hacen otras disciplinas (el atletismo, las pesas, el boxeo, el patinaje, la gimnasia y demás cenicientas). A diferencia del fútbol, por ejemplo. Y lo digo como futbolero que soy. El fútbol nuestro cautiva, seduce, apasiona, mueve fortunas y todos corremos tras él, pero no gana mucho (bueno sí, oro en los Centroamericanos). Ya nos acostumbramos a ese nivel, por eso mismo será que nunca se le reclama.
Aunque no es mala idea pedirle que comience a dar resultados. Y mejor si es en la Copa América de 2019. Quedamos atentos.
Pero volvamos al ciclismo para hacer una pregunta de otro orden: ¿La estatura de Enri Mas (1,77 mts) tiene alguna incidencia en el rendimiento deportivo frente a Miguel A. López (1,72 mts)? O, ¿qué decir de la que hay entre Chris Froome (1,86 mts) y Nairo Quintana (1,67 mts), o Esteban Chaves (1,64 mts)? Al fin y al cabo ni Froome, ni Mas son excepciones: en el ciclismo de élite es cada vez más frecuente la presencia de hombres de estatura notable.
Lo digo porque un estudio no tan añejo (2016) hecho con la coordinación de la OMS en 200 países reveló que un buen instrumento para medir el bienestar es la estatura. "Los hombres holandeses con una altura media de 1,82 mts miden 20 cm más que los de Timor Oriental. Y las mujeres guatemaltecas, con 1,49 metros miden 21 cms menos que las letonas” (El País de España). Como dicen los expertos: cada vez es más importante la dirección postal que el código genético.
Si así fuese; es decir, si Froome o Simon Yates o Mas tienen mayor palanca en sus piernas que los colombianos (y quién duda que mejor alimentación y garantías de todo orden a lo largo de sus vidas), hay una razón más para sacar pecho gracias a los nuestros, porque no solo les llevan la contraria a esos gigantes en subidas y bajadas, sino a la ciencia misma. ¿Cuánto falta para que arranquen Giro, Tour y demás, para emocionarnos de nuevo?
Sigue en Twitter @VictorDiusabaR

Periodista
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