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Los queridos ‘chamos’ no salen de su asombro: “¿Qué carajos les pasa a los colombianos? Cojan un discurso, políticas y programas de Petro y compárenlo con los de Chávez y Maduro. Son exactamente lo mismo.

3 de junio de 2023 Por: Alberto Castro Zawadsky

Visitar Venezuela es muy recomendable para todos los colombianos que quieran hacer futurología, si vencen los temores justificados en muchas historias de abuso de autoridad y dominio del hampa.

El contraste es abrumador. De ida el deterioro se va viendo en forma gradual pero al volver se siente el golpe de frontera. Tuve oportunidad de conocer la Unión Soviética, la China de Mao, la Bulgaria posrevolución y la Cuba de Castro en muchas visitas. La sensación es la misma. Una gente magnífica, con capacidades extraordinarias, apabullada por un régimen al que nadie le ve fin. Elefantes blancos y vías abandonadas, comercio despintado, pobre y saqueado. Historias de muchas fuentes con las que se logra corroborar la verdad de un sistema perverso que terminó expulsando a una tercera parte de la población que prefirió enfrentar el pavimento, el hambre y la xenofobia a quedarse en un país que acabó con la libertad. Vergüenza con los patéticos de Brasilia que se abrazaron o callaron.

En mi juventud tuve conocimiento muy directo de los niveles de corrupción de Pérez Jiménez. Las escandalosas cifras de decenas de millones de dólares (7 ceros) terminaron en revuelta. Pero ahora, el socialismo del Siglo XXI, sí ha sabido para qué son los ceros porque las cifras de robo de la alta elite rondan los miles de millones de dólares (11 ceros), al tiempo que le han sabido quitar 25 ceros a una moneda en la que ya no cree ni el régimen. Esa ha sido la justicia social: lo que les han robado a todos con la inflación se lo reparte la casta dominante. Las historias de lujos y excesos son obscenas y hacen ver la corrupción de Pérez Jiménez, los Copei y los Adecos como un sencillo juego de moneditas y la maleta con siete mil dolaritos o los 600 millones de Nicolasito como el prekínder de los avivatos. De malas.

Es tal el dominio que hay sobre todas las actividades económicas y el grado de represión y control que cuesta trabajo entender cómo han hecho para persistir sosteniendo su aporte a la sociedad, demostrando un compromiso con su terruño y una resiliencia admirables. Y eso que, desde la dolarización, que consistió en la aceptación de la realidad por los burros de la economía, el comercio medio respira.

El nivel profesional y académico es impresionante y no tienen nada que envidiarnos. Hacen mil esfuerzos y maniobras para poder prestar un servicio de excelencia, mientras el empobrecido sistema público cada vez es más demorado e insuficiente. Las historias de agravamiento por demoras en la atención, mientras los enfermos hacen el periplo por los ‘barrio adentro’, nos dan una buena idea de lo que va a pasar con los tales ‘Caps’.

Los queridos ‘chamos’ no salen de su asombro: “¿Qué carajos les pasa a los colombianos? Cojan un discurso, políticas y programas de Petro y compárenlo con los de Chávez y Maduro. Son exactamente lo mismo. ¿Qué les hace creer que allá el resultado va a ser distinto?”. Sonríen con las explicaciones de un “país distinto”. “Solo tienen que dar unos pasitos y cruzar la frontera”. Gracias a Petro ahora es fácil. Cualquiera puede ir y ver para donde vamos, si es que no han visto la miseria y el sufrimiento en las caras de los miles de emigrados.

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