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Mujeres y poder

El triunfo de Claudia López en la alcaldía de Bogotá no tiene precendentes y es trascendental por varios motivos.

4 de noviembre de 2019 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

El triunfo de Claudia López en la alcaldía de Bogotá no tiene precendentes y es trascendental por varios motivos pero, sobre todo, porque las niñas de esta generación -mis hijas incluidas- crecerán familiarizadas con la imagen de una mujer en el poder. Les parecerá cotidiano, normal, no hablarán de ello como si fuera una excepción. Crecerán pensando que todas las mujeres pueden ocupar cargos similares, que es usual, que siempre ha ocurrido, que la gente vota por ellas. Ése es el mensaje más poderoso detrás del triunfo de una mujer en el segundo cargo de elección popular más importante de Colombia.

Algunos me dirán que ya había pasado. Claro, en el Valle tenemos Gobernadora, en Barranquilla hubo Alcaldesa y en Colombia hay Vicepresidenta. Pero Bogotá -sin ánimo de polemizar- es la capital. Y Claudia López tiene en la historia de su vida unos componentes que la hacen particularmente especial.

Su familia proviene de campesinos entre los que la madre de López sobresalió porque pudo acceder a estudios y volverse maestra. Terminó criando a sus hijas a punta de clases en una escuela pública y le enseñó a la hoy Alcaldesa a tener carácter, a sentirse igual, a ser ambiciosa y a perseguir los sueños. A mirar de frente y sin miedo. Vaya temeraria. Logró darles a sus hijas la seguridad y la crianza que necesitaban para que se atrevieran a conquistar el mundo. Así formó a una chiquitica que un día se dedicó a denunciar el estrepitoso vínculo del paramilitarismo y el poder y luego se recorrió el país, paso a paso, buscando apoyos para su consulta anticorrupción.

Vaya sorpresa, otra más, cuando logró los casi doce millones de votos que necesitaba. Entonces, los que aun no se habían volteado a mirarla, lo hicieron. Y ella siguió hablando duro porque ese es su estilo. Lo mantuvo hasta que se dio cuenta de que una mujer incomoda cuando levanta la voz. Aprendió entonces a suavizar el tono y le bajó decibeles a una polémica innecesaria para su candidatura. Y ganó.

Estoy convencida de que las de mi generación tenemos la obligación de apoyarnos, aplaudirnos, ser feministas y fomentarnos. Porque a nosotras nos tocó más fácil que a las de antaño, que no pudieron votar, ni ponerse pantalones, ni escribir columnas de opinión. Nosotras podemos porque hubo unas mujeres que rompieron límites con valentía. Las que vienen -mis hijas, de nuevo- ni siquiera imaginarán lo difícil que a otras les tocó.

En una sociedad en la que fascinan las mujeres con carácter hasta que tienen poder, el triunfo de Claudia López es, sin duda, un paso hacia la igualdad. Un recorderis de lo lejos que a punta de trabajo y sueños, podemos llegar.

Sigue en Twitter @vanedelatorre