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La hora de Cali

Qué tristeza Cali. Ni describo sus calles rotas y sus desocupados en cada esquina para no entrar -ya a estas alturas- en obviedades.

25 de julio de 2022 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

Qué tristeza Cali. Ni describo sus calles rotas y sus desocupados en cada esquina para no entrar -ya a estas alturas- en obviedades. Todos sabemos, todos vemos, en lo que se convirtió Cali.

Viene el Petronio, reina la salsa, sale el sol esplendoroso y los ríos se volvieron a llenar de agua, y en la Topa Tolondra hay filas de danzantes antojados y la brisa en San Antonio no tiene parangón.

Pero a pesar de tanta magia, Cali es triste. Muy triste. El paro la golpeó en sus entrañas y no ha podido sacudirse de la agonía.

Desde ProPacífico, María Isabel Ulloa, su directora ejecutiva, le pone incansable leña al fuego y varios líderes más desde todas las esquinas intentan devolverle su esplendor.

Pero Cali conoció el miedo y la desesperanza, y la ira y el rencor y la rabia y la inconformidad y los violentos de verdad se instalaron en sus calles viendo cómo robarle futuro a los pelados. Y nadie ha podido rescatarla.

Por eso es tan pero tan relevante el rol de Gustavo Petro con Cali.
Algunos de sus militantes apoyaron el sentido social de quienes protestaron y otros- lo sabemos- aportaron gasolina al incendio.

Esa Cali inconforme escucha sin duda a Petro. Por eso todo lo que diga y haga es tan fundamental, empezando por su discurso sobre la tierra del Cauca, base clave del trabajo Vallecaucano.

Es la hora de Cali y es la hora de que el electo Presidente, Gustavo Petro se ponga una camiseta que diga que él, también, es caleño. Caleño de un lado y del otro.

Porque Cali es de los inconformes pero, de igual manera, de aquellos que han logrado porvenir en estas tierras de migrantes donde un gran proyecto de ciudad quedó intermitente.

Los mensajes de liderazgo de un líder escuchado, son fundamentales.
Es su hora, presidente Petro, con Cali.