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Alberto Valencia Gutiérrez | Foto: El País

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Una exposición

La parte más polémica de la exposición son las 78 fotos que representan crímenes atroces. La mayor parte carece de ‘pie de foto’ en el que se indique el nombre de la víctima, las circunstancias de tiempo, modo y lugar y la identidad del fotógrafo.

27 de septiembre de 2023 Por: Alberto Valencia Gutiérrez

En 1962 la recién creada Facultad de Sociología de la Universidad Nacional publicó el libro ‘La violencia en Colombia. Estudio de un proceso social’ que, con la presentación cruda y escueta de lo que había sucedido en el enfrentamiento entre liberales y conservadores en los años 1950, trasgredía la prohibición de referirse a lo sucedido, impuesta por el Frente Nacional. Los principales periódicos del país se pusieron de acuerdo para no hablar del libro, sus autores fueron estigmatizados y en el Congreso se llevaron a cabo sesiones secretas para enfrentar la denuncia. La primera edición incluía 32 fotos, entre las cuales se destacan las imágenes de los crímenes atroces, que inspiraron a varios pintores de la época (Alcántara, Rengifo, Granada, Rendón, Obregón entre otros).

La Universidad del Valle hace algunos años logró recuperar el archivo con el que se construyó el libro, recogido con esmero por Germán Guzmán Campos, su principal autor, y lo está poniendo poco a poco a disposición de los investigadores del período a través de una página web. Durante el segundo semestre del año estamos presentando exposiciones de fotos inéditas en las sedes regionales de la Universidad. El 10 de octubre vamos a inaugurar por tres meses una gran exposición de 290 fotos en la Sala Mutis de la Biblioteca Central, donde los esperamos.

La finalidad de los expositores, en primer lugar, es apelar a la emoción de los espectadores para producir indignación frente a lo sucedido, un estado de ánimo que hoy en día es escaso porque nos hemos habituado a convivir y a banalizar las imágenes de violencia. En segundo lugar, tratar de comprender lo que ocurrió en aquella época: ¿Por qué en nombre de dos partidos políticos que carecían de diferencias claras en términos sociales, económicos y políticos se produce un enfrentamiento de la población con características de sevicia y de crueldad? La comprensión no es razón suficiente para transformar una situación, pero sí es el primer paso. Con el padre De Roux tenemos que preguntarnos ¡cómo nos atrevimos a tanto!

La parte más polémica de la exposición son las 78 fotos que representan crímenes atroces. La mayor parte carece de ‘pie de foto’ en el que se indique el nombre de la víctima, las circunstancias de tiempo, modo y lugar y la identidad del fotógrafo. El anonimato de las imágenes es un testimonio más del ‘imaginario colectivo’ de la Violencia, que pervive en el recuerdo de los colombianos como una “fuerza impersonal y ciega”, una “potencia anónima que siembra la destrucción a su paso”. Los campesinos se referían a ella en esos términos: “La Violencia me sacó del campo, la Violencia me robó mi heredad, la Violencia mató a mis padres”. Y de esta manera se diluían las responsabilidades en un ente colectivo abstracto sin forma concreta.

Quien ingrese a esta parte de la exposición debe tener claro que se desplaza en una especie de ‘túnel del tiempo’, que lo conduce directamente a revivir aquella época pretérita de la vida de este país para presenciar con sus propios ojos los crímenes atroces cometidos en nombre de los partidos. Las fotos no son simplemente una representación figurativa de lo sucedido, sino la violencia misma. Quienes las tomaron no lo hicieron para guardar un recuerdo, sino para producir terror en la población.

El espectador puede sentir repugnancia al observar estas fotos y legítimamente puede abstenerse de hacerlo, como le sugerimos en el plegable que acompaña la exposición o en el QR, donde ofrecemos la información que permite contextualizar la exposición. Pero lo que no puede dejar de reconocer es que la comprensión de lo que ocurrió en aquella época, y sigue ocurriendo en la actualidad, pasa por el desciframiento de las razones que nos explican los crímenes atroces. En el umbral de la ciencia, como a la entrada del infierno (descrito por Dante en La Divina Comedia), dice un importante pensador, debe colocarse esta advertencia:

“Aquí se debe dejar cualquier recelo

toda cobardía debe morir aquí” (Canto III).

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