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Un río para Cali

Sería entonces conveniente hacer pequeñas represas en línea en Río Cali y en El Aguacatal, las que causarían poco daño ambiental durante su construcción.

25 de enero de 2024 Por: Benjamin Barney Caldas

Fue en la margen derecha del Río de la Ciudad, como se lo llamó antes, que Santiago de Cali se extendió lentamente desde su fundación a inicios del Siglo XVI, sector que ya en el XXI constituye su Centro Histórico. Pero cuando, ya solo Cali, la ciudad se pasó al otro lado de su río, ya llamado Río Cali, hacia el norte, conformó con las dos vías a sus dos costados, con diferentes denominaciones, el eje este-oeste de la extendida ciudad de inicios del Siglo XXI; y mejor llamar a esas vías solamente Av. Colombia, una, y la otra, Av. Cali, un par vial que falta por conectar adecuadamente con La Salida al Mar y con la Cr. 1ª que lleva a la Directa a Palmira.

El Río Cali, perteneciente a los denominados como “ríos alta pendiente”, baja desde la Cordillera Occidental y penetra al casco urbano de Cali, a sus pies, corriendo limpio y sonoro, por el Jardín Botánico y el Zoológico; lugares muy visitados que lo podrían aprovechar mucho más, disponiendo discretas cafeterías a su lado, si su caudal estuviera controlado, las que serían muy sabrosas y evocadoras de otros tiempos. Y, todavía corriendo, limpio y sonoro, el río transcurre entre los barrios de Santa Rita al norte y Santa Teresita al sur, hasta que el río Aguacatal desemboca en él y pone las cosas de otro color algo menos santificado.

Ya más quieto y más sucio, el Río Cali pasa por La Tertulia y lo que fue el Obelisco y su ‘vuelta del beso’ y fue una lamentable equivocación que cuando se prolongó la Avenida Colombia hacia el occidente se rellenara el Charco del Burro en lugar de hacer un par de puentes, pues La Tertulia estaría hoy rodeada por él y la ciudad tendría todavía ese maravilloso meandro aunque ya nadie se bañara en él, ni lavanderas fumando con el puro dentro de la boca, ni muchachos clavando desde el estrecho camino que cruza el barranco tallado por el río y que aún está en pie; pero es que hasta las empanadas del Obelisco se las quiso quitar de allí.

Y, más abajo, al Río Cali lo cruzan los recordados puentes de El Peñón y el de la Cervecería, y finalmente pasa al lado del (mal) llamado Bulevar del Río, que ya con algunos cambios debería llamarse El Malecón de Cali, donde están los icónicos puentes España y Ortiz, que unen las plazas de Caicedo y San Francisco con el Paseo Bolívar y el norte de la ciudad, y aún más abajo está el Puente de los Bomberos. Pero los puentes de la Av. de Las Américas ya no recuerdan nada, y después de atravesar el par vial de las Cls, 25 y 26, que constituye el eje norte-sur de Cali, a cuyo centro iría el Tren de Cercanías, el Río Cali ya no parece de Cali.

Considerando todo lo anterior, sería entonces conveniente hacer pequeñas represas en línea en Río Cali y en El Aguacatal, las que causarían poco daño ambiental durante su construcción; la de más arriba, más profunda, variaría con las temporadas de lluvia pero con poco impacto al medio ambiente, y alimentaria a la de abajo, más amplia, para que esta pueda conservar todo el tiempo su nivel; y las dos ser utilizadas para pequeñas hidroeléctricas, que además podrían constituir bellos parques cerca de la ciudad para deportes náuticos y recreación. En conclusión, hay que lograr que el Río Cali sea de nuevo de la ciudad, o mejor dicho: El Río De Cali.

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