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Tierra de festivales

Uno de los mayores cambios en este país, mirando hacia atrás apenas un par de décadas, es que se haya convertido en la Meca continental de los festivales literarios.

17 de septiembre de 2019 Por: Santiago Gamboa

Uno de los mayores cambios en este país, mirando hacia atrás apenas un par de décadas, es que se haya convertido en la Meca continental de los festivales literarios. Todos los escritores latinoamericanos y españoles, e incluso muchos de otras nacionalidades, se han acostumbrado a venir a Colombia como parte de su recorrido promocional, y cada año pasan por al menos uno o dos de nuestros festivales y ferias del libro.

Fue el caso del poeta español Manuel Vilas, quien estuvo en enero pasado en el Hay Festival de Cartagena, en abril en la Feria del Libro de Bogotá, a finales de agosto en la Feria de Bucaramanga y, luego, durante la primera semana de septiembre, en el Oiga, Mire, Lea, de Cali. ¡Cuatro encuentros en Colombia! Y todavía habría alcanzado a ir al festival de poesía de Pereira, Luna de locos, a fines de agosto. E incluso, si hubiera podido alargar su estadía, podría haberse presentado en la Fiesta del Libro de Medellín, que crece a ritmo de tsunami y cada año tiene más invitados nacionales e internacionales.

Me detendré en esta feria, una de las que más ha crecido. Las casetas de Random House y Planeta, las editoriales grandes, estuvieron a reventar durante las dos semanas de actividades, así como las de editoriales independientes y universitarias que, a pesar de contar con títulos menos publicitados y menos comerciales, hacen su trabajo de abrir espacios para jóvenes y nuevos escritores. Allí estuve durante el fin de semana y me quedé sorprendido de cuánto ha crecido desde la última vez que fui, hace apenas dos años.

Me dicen quienes atienden en las casetas, en Medellín, que una buena mayoría de compradores fueron jóvenes universitarios que llegaban muy bien informados, buscando cosas precisas, y que se llevaban entre 2 y 4 libros, aprovechando además ofertas y descuentos. El resultado de todo esto es que la editorial Random House (y sin duda las otras también), tuvo un volumen de ventas de casi un 10% por encima de las metas iniciales, algo que también oí decir en la Feria del Libro de Bogotá, en el Hay Festival y en los eventos de Cali, pues aparte de Oiga, Mire, Lea está también la Feria del Libro del bulevar, en octubre. Y la Feria del Libro de Pereira, que es también en octubre, y otras que están comenzando como la feria Libraq, en Barranquilla (esta semana) o la Feria del Libro y la Lectura en Neiva. Ferias y ferias.

Si a lo anterior sumamos la presencia masiva de lectores en los eventos y el multitudinario peregrinar de gentes por las avenidas, frente a las casetas, debemos concluir que, al menos en la última década, Colombia creció como país de lectores. Por estar presentando un nuevo libro he asistido (y asistiré) a casi todos estos festivales, y lo que oí de alguien especializado es que la lectura en Colombia ya está en torno a los 4,5 libros anuales por habitante, lo que supone estabilizar un crecimiento que, durante el gobierno de Santos, empezó a subir desde un pobrísimo 1,9 anual. Cifras que, al llegar a estas ferias y festivales, se vuelven reales, y que, por lo demás, entusiasman a los escritores extranjeros, que, tras ver sus eventos repletos de personas que alzan la mano para participar, ya empiezan a considerar a Colombia como una gran tierra de lectores. Una república literaria. Similar a lo que han sido tradicionalmente Argentina y México.

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