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Millenium IV

Fui uno de los 80 millones de lectores de la saga Millennium,...

28 de octubre de 2015 Por: Santiago Gamboa

Fui uno de los 80 millones de lectores de la saga Millennium, del sueco Stieg Larsson, y a pesar de que la trama completa se me ha ido desdibujando en la memoria sí recuerdo la extraña pasión con que leí esas tres mil páginas, extraordinarias, que me acompañaron por varios viajes intercontinentales y sus posteriores y terroríficos jet lags, que al lado de personajes como Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander se convirtieron en horas muy intensas.Tras la muerte de Larsson, esa increíble tragedia que le impidió ver publicada su obra monumental y aún menos el éxito que tendría en 50 países, la familia decidió continuar la saga y para ello llegaron a un acuerdo con el novelista sueco David Lagercrantz, quien escribió lo que ellos llaman la 4ª entrega y que, para quienes hemos leído bien los libros, es realmente el tercer episodio, ya que las novelas segunda y tercera de Millennium son en realidad una misma partida en dos libros.Este cuarto se llama Lo que no te mata te hace más fuerte y la verdad es que está bastante bien: los personajes centrales son reconocibles y la temperatura de la historia coincide. Lo que he visto es que Lagercrantz no sólo utiliza el mundo creado por Larsson, sino que intenta escribir como él: la misma velocidad narrativa, lograda con diálogos muy contundentes y descripciones sencillas; la incorporación de un lenguaje científico (en este caso Inteligencia Artificial) en la narración; el uso del episodio breve (de 3 ó 4 páginas) intercalado, que le permite ir rotando la historia de un personaje a otro (con cortes muy cinematográficos), y el poderoso anclaje a ciertos ambientes de la ciudad de Estocolmo.Lo interesante es la incorporación al mundo de lo que los editores llaman “literatura comercial de calidad” de un método muy frecuente en el cine de acción, y es que para continuar una historia exitosa se reclute a directores distintos del original. Pienso en series de films como Batman, o James Bond, o incluso en la serie de Misión Imposible, una de las cuales, si no recuerdo mal, fue dirigida por el talentoso John Woo. Y me interesa porque esto marca una diferencia clara y neta con la vieja literatura a secas, en la cual la idea de “continuación hecha por otro” es imposible. A nadie se le ocurriría ni tendría ningún interés que alguien escribiera, por ejemplo, la continuación de Cien años de soledad, con la familia Buendía en el 2015, en medio de la elección popular de alcaldes, el matrimonio gay o el proceso de paz. ¿Para qué? Esto evidencia cómo en la buena literatura de entretenimiento es la historia lo que importa, más que el autor. El propio concepto de autoría se llega a poner en tela de juicio en producciones de literatura comercial como esta, pues uno puede imaginar que cada capítulo debió ser revisado y aprobado por la agencia Norstedst -que representa a la familia Larsson-, y al ser una operación multimillonaria, cabe suponer que hubo muchos colaboradores elaborando fichas de personajes o de episodios, y probablemente mapas de acción y hasta hipotéticas pruebas de lenguaje; incluso que se debieron hacer sondeos previos sobre la aceptación del argumento. Como si fuera una película, en la que participan muchos especialistas. Tan lejos de ese otro escritor, solitario y desesperanzado, que intenta una y otra vez acercarse al gran arte a través de las esquivas palabras.