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Una situación compleja

La pandemia, de otra parte, ha llevado a un deterioro en los avances que se habían logrado en lo social, que los más optimistas estiman en un retroceso de ocho años en la situación de los grupos mas vulnerables de la población.

23 de abril de 2021 Por: Ricardo Villaveces

Una difícil situación fiscal atraviesa el país. Es evidente que la pandemia ha producido un golpe muy fuerte en la actividad económica, a tal punto que la caída en el crecimiento del año pasado ha sido una de las más severas de la historia y no se ven grandes cambios para este año.

El virus parece desbocado por estos días y ha obligado, de nuevo, a acudir a los cierres y restricciones y a pesar de los avances en la vacunación estamos muy lejos de llegar a la famosa inmunidad de rebaño que, presumiblemente, nos permita superar el problema sanitario. La pandemia, de otra parte, ha llevado a un deterioro en los avances que se habían logrado en lo social, que los más optimistas estiman en un retroceso de ocho años en la situación de los grupos mas vulnerables de la población.

Los gastos adicionales que esto ha demandado nos ha llevado a que el endeudamiento del país esté por los lados del 65% del PIB, cifra a todas luces inconveniente pues, entre otras cosas, nos pone en serio riesgo de perder el llamado grado de inversión con lo cual se nos encarece el crédito externo y se reduce la posibilidad de recibir la inversión extranjera que tanto nos puede favorecer.

Por lo anterior y otras tantas razones es indiscutible que el país requiere un esfuerzo grande en aumentar los ingresos fiscales y en reducir y mejorar la calidad del gasto público. Una reforma tributaria con todo lo antipática que pueda ser es imprescindible si no queremos un futuro de muchas más dificultades no solo económicas sino sociales y políticas. Un país en serios problemas fiscales es un escenario deseable para agitadores y populistas, como lo estamos viendo en los resultados de las últimas encuestas que favorecen a Petro.

El gobierno, infortunadamente, ha manejado mal el proceso de la reforma. Demorando su presentación, escogiendo a dedo a quién se la consultaba y a quién no desconociendo, en gran medida, a quienes van a tomar las decisiones que son los congresistas. De otra parte, elevando las aspiraciones de lo que esperan recaudar a niveles que generan es más y más rechazo en muchos frentes y que, por lo impopular de varias de las propuestas, se presta para un manejo puramente politiquero en un año electoral en el que los congresistas están ya con la mirada puesta es en las elecciones del año entrante.

Los sectores de la tecnocracia y la academia en general comparten la orientación de la propuesta gubernamental, pero la coyuntura política hace pensar que los resultados pueden ser muy distintos. Las buenas intenciones de no acudir a la llamada ‘mermelada’ se puede quedar en intenciones y, lo que es peor el tira y afloje de grupos de presión de todo tipo sumado a las dificultades para lograr mayorías en la votación puede concluir en el llamado ‘Frankestein tributario’ que sería tan inconveniente e, incluso, si ese fuera el escenario un gobierno serio tendría que considerar la posibilidad de retirar la reforma antes que propiciar mas desbarajustes fiscales.