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Problema de todos

En Bogotá lo que menos hay es bogotanos. La ciudad que ha crecido de manera desmesurada, es más grande en su economía que muchos países y representa una proporción muy alta de todos los indicadores tanto económicos como sociales de Colombia.

23 de junio de 2017 Por: Ricardo Villaveces

En Bogotá lo que menos hay es bogotanos. La ciudad que ha crecido de manera desmesurada, es más grande en su economía que muchos países y representa una proporción muy alta de todos los indicadores tanto económicos como sociales de Colombia. La actividad en las regiones depende en gran medida de lo que pase en la capital y si algo se critica desde ellas, es el centralismo que desde allí se irradia.

De una u otra manera lo que ocurra en Bogotá afecta a todos los colombianos y debe ser del interés de todos. Entre otras porque la mayoría de las personas tienen relaciones personales, de trabajo o de estudio muy cercanas con esta ciudad.

Lo que ocurre en Bogotá tiene consecuencias en el resto del país y el efecto demostración es evidente. Hay que recordar el fenómeno positivo que se vivió por todas partes cuando la capital tuvo esa época dorada de Jaime Castro, Peñalosa y Mockus. En se momento se trabajó sobre lo construido y en pocos años se pudo observar un cambio positivo sustancial y un derrotero claro para seguir. Con ese afán que siempre surge por “cambiar de fiesta cuando está buena” se entregó la ciudad al Polo y a la mediocridad de Garzón, la corrupción de Moreno y la incompetencia y resentimiento de Petro y el retroceso fue fenomenal.

Con muchas dificultades por lo que encontró y ayudándose poco con su manera de ser, Peñalosa enfrenta un reto inmenso de darle rumbo de nuevo a la Bogotá del futuro. No hay duda que él tiene las competencias y el conocimiento para dar línea y ejecutar y eso, que de por sí es un reto inmenso, se ve amenazado además por los intentos de revocatoria que promueven quienes han demostrado su incapacidad para administrar la ciudad, pero que han entendido el potencial político de promover esa tendencia que mueve a tantas personas en el mundo como es la indignación. Indignación contra todo y contra todos que resulta muy fácil de estimular cuando son tantas las carencias y los problemas que agobian a una ciudad de este tamaño, especialmente después de tantos años de desgobierno.

Con todas las dificultades es indiscutible que ya se están viendo los resultados de la nueva administración. En obras, en definiciones de políticas, en seguridad, en menos huecos etc. Pero lo importante no es lo que se ha comenzado a ver, sino lo que puede venir si dejan trabajar a alguien que ha dedicado su vida a pensar en la ciudad, a estudiarla y que ha demostrado capacidades gerenciales indiscutibles.

Y es que para sacar adelante grandes proyectos no se requieren personas simpáticas y condescendientes. Se necesita es claridad de propósitos, mano firme, actuar en consecuencia y no en función de intereses políticos de corto plazo.

El éxito de una revocatoria que se pidió desde antes de que se posesionara sólo la legitimaría como mecanismo para el revanchismo político y sentaría un pésimo precedente para el resto del país. La amenaza no es sólo para los bogotanos.