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“Pichurrio”

Un exalcalde recordado por sus frases ingeniosas pero poco efectivo en el...

26 de julio de 2014 Por: Ricardo Villaveces

Un exalcalde recordado por sus frases ingeniosas pero poco efectivo en el manejo de la ciudad calificó en su momento de “pichurrio” al que debería ser el flamante nuevo aeropuerto de la capital. Aeropuerto que, por lo demás, dada la organización de las operaciones aéreas es en la práctica el aeropuerto del país, pues son muy pocos los vuelos, cualquiera sea el origen y el destino, que no pase por Bogotá o que no dependen de la operación del aeropuerto capitalino. Después de tantas expectativas, tantos años y tantos recursos era razonable que los colombianos esperáramos tener un aeropuerto de verdadera clase mundial. Pues bien la desilusión empezó al ver que si bien el terminal internacional era mucho mejor que la vergüenza que era el antiguo El Dorado empezaban a aparecer las fallas. Insuficiencia de puentes de abordaje y largos períodos de espera una vez se aterrizaba por solo mencionar algunas deficiencias. Queríamos pensar, sin embargo, que una vez se abriera el terminal nacional las cosas iban a operar mucho mejor.Lamentablemente esto no está ocurriendo. Las demoras siguen y el terminal lejos de ser de clase mundial está lejos de esa posible calificación. No solo está ya congestionado, sino que faltan posiciones para desabordar y hay esperas hasta de veinte minutos mientras llega un bus a trasladar a los pasajeros.Las fallas son de muchos tipos pero hay algo verdaderamente lamentable y es la ‘tugurización’ comercial que hicieron del terminal nacional. Por un galimatías jurídico el terminal internacional pudo contar con un comercio de buen nivel tanto por los espacios como por las características de los almacenes mientras que en el terminal doméstico, por el contrario, lo que hay es una infinidad de pequeños locales y negocios con instalaciones propias de un ‘aeropuertico’ y no del principal aeropuerto del país. La cosa es tan lamentable que, por ejemplo, la semana pasada en alguno de esos locales tenían un empleado motivando a la gente a entrar en forma similar con lo que ocurre en lugares como la Carrera Décima de Bogotá y lo único que faltaba era que empezara un payaso a hacer perifoneo. Las marcas más reputadas y demandadas por los usuarios del aeropuerto no han podido hacer presencia y en asuntos como los restaurantes hay que emprender largas caminatas si se quiere poder llegar a un segundo piso donde los concentraron a todos.Son muy pocos los asientos por fuera de las salas de abordaje, las salas VIP del terminal doméstico parecen instalaciones provisionales, sin baños, sin suficientes enchufes y con características muy inferiores a lo que se espera de este tipo de facilidades en una capital a donde llegan, además, tantos extranjeros. El tema de los baños es particularmente incómodo pues cómo se entiende que por la insuficiencia de sus características tengan que ser escenarios de colas interminables, especialmente en lugares como los que se encuentran a la salida de la sala de equipajes nacionales por cuenta de ‘bañitos’ diseñados con mezquindad.En fin, razón tenía el exalcalde de marras. Es un aeropuerto “pichurrio”.ricavip@gmail.com