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La Constitución es lo primero

Las dificultades para cumplir todas sus promesas van a ser muchas y el riesgo de querer saltarse las normas va a ser alto.

17 de diciembre de 2022 Por: Vicky Perea García

La última encuesta de Invamer sigue mostrando que Petro tiene un nivel significativo de aceptación y la coalición en el Congreso le sigue marchando. Contar con un parlamentario tan hábil como Roy ha sido un gran acierto para sacar adelante muchas iniciativas. El presidente tiene, hasta el momento, gobernabilidad y cuenta ya con muchos de los elementos para poner en marcha su programa de gobierno. Sin entrar a comentar sobre el contenido de sus planteamientos, es un hecho que tiene la posibilidad volver realidad muchas de sus aspiraciones. Esto siempre y cuando haya una gestión administrativa de lo público efectiva y acertada. Y allí surgen toda clase de interrogantes.

El gobierno tiene que estar descubriendo que a diferencia del privado que puede hacer todo aquello que no está prohibido por la ley, el funcionario público solo puede hacer lo que está previsto en la misma. Así tenga recursos tiene que enfrentarse a la inflexibilidad de las normas presupuestales, de los organismos de control etc., etc. Es decir, enfrentarse a la realidad, a los imponderables y a las complejidades de la sociedad. Y los antecedentes de Petro como administrador público solo generan dudas pues su fortaleza está en la retórica, en la capacidad de agitar y en sus rebuscados argumentos que pueden sonar atractivos, pero que están lejos de poder aterrizarse en gestiones concretas.

Su planteamiento, por ejemplo, de convertir a cien mil jóvenes en gestores de paz, con salarios de un millón de pesos al mes fuera de ser un gasto inoportuno cuando la prioridad debería ser estar bajando la deuda pública supondría una capacidad administrativa, educativa, de supervisión etc., que no se ve por ningún lado para que eso funcione. Unas declaraciones radiales de la encargada del tema muestran que lo que tienen es una idea, pero no hay ningún plan concreto ni la institucionalidad para logar un resultado exitoso. Una interpretación más preocupante de este tipo intenciones es la que da Gabriel Silva quien, con razón, alerta sobre el riesgo que supone que con esto lo que podría estarse estructurando es un grupo ‘para estatal’ que puede desembocar en algo parecido a las milicias chavistas. Eso sería muy grave.

Quejarse del ‘enemigo interno’ que representan las normas y las leyes, interferir en la política interna de otros países como ha ocurrido en el caso de Chile y Perú, pretender estar por encima de la justicia en el caso de los presos de la ‘primera línea’ y muchas otras manifestaciones del mismo tipo ponen de presente las amenazas que tiene la Constitución, en el evento en que se empiece a sentir bloqueado al no poder echar a andar sus ocurrencias. Se viene un año con reformas laboral, pensional, de la salud y múltiples ideas de cambiar todo. Las dificultades para cumplir muchas de sus promesas van a ser muchas y el riesgo de querer saltarse las normas va a ser alto. Por ello es por lo que la defensa de la Constitución debe ser la prioridad de todos los demócratas, dejando a un lado sus diferencias.