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Y, ¿cómo será el trámite de los proyectos de ley con un Congreso que mostró el 20 de julio lo caótico que puede ser?

29 de julio de 2022 Por: Ricardo Villaveces

Poco a poco el nuevo gobierno se va perfilando y se comienza a concretar el cambio anunciado, pero hasta ahora, lo que hay son anuncios, especulaciones e interpretaciones. Lo que sí es indudable es que las cosas no seguirán siendo iguales y, ojalá, los cambios vayan en beneficio de Colombia. El presidente electo ha actuado con moderación y pragmatismo y eso ha contribuido a calmar los ánimos.

La última encuesta de Invamer refleja, de manera generalizada, un cambio en el estado de ánimo de los colombianos que muestran, en todos los temas, un mejor ambiente del que venían registrando las encuestas realizadas por esa misma entidad a lo largo del último año. Se trata de percepciones y emociones pues el gobierno no ha iniciado, pero es positivo ver una tendencia de menor pesimismo del que se traía.

La llegada de las caras nuevas con el entusiasmo que deben traer pensando en todo lo que quieren cambiar no va a ser un proceso fácil.
Algunos, conocedores de las complejidades del Estado, como el Ministro de Hacienda, tendrán que jugar un papel fundamental en ‘aterrizar’ los planteamientos de campaña a las realidades fiscales y normativas. Ojalá, Petro tenga el criterio necesario para dejarse orientar por los que tienen experiencia en el funcionamiento del Estado y ponga a muchas de sus ideas el gradualismo que le van a imponer las cifras, en lugar de embarcarnos en ilusiones irrealizables.

A Ocampo, por ejemplo, le tocará ponerle freno a la incontinencia verbal de funcionarios que, como el nuevo director de la Dian, tiene que entender que su tema no es la política tributaria sino la administración tributaria y eso son cosas muy diferentes; o a la Ministra de Cultura proponiendo impuestos, tema que no es de su competencia.

Ese tipo de comportamientos muestra el desconocimiento de los nuevos funcionarios sobre su papel y será un ajuste que ojalá logren hacer en un tiempo corto, para que se dé la coordinación y las prioridades que la administración pública requiere. Habrá que ver, de otra parte, cómo será el encuentro de todos estos altos funcionarios, que por primera vez ocupan un cargo público, con las limitaciones de trabajar en el gobierno.
Es enfrentarse a la realidad de los presupuestos, de las estrictas normas para el gasto, del temor permanente que suponen las ‘ías’ para cualquier funcionario honesto y que lleva con frecuencia a la parálisis en las decisiones, ante el riesgo de ser sancionados o enfrentar un juicio fiscal. La inercia burocrática, por otro lado, es capaz de descarrilar cualquier proyecto.

Y, ¿cómo será el trámite de los proyectos de ley con un Congreso que mostró el 20 de julio lo caótico que puede ser? Ya tienen que dejar el espectáculo y entender las responsabilidades y retos que tienen por delante. Con una oposición tan débil se aumentan los riesgos de tomar decisiones que no se hayan discutido a profundidad. Solo queda esperar que muy pronto esas caras nuevas puedan acoplarse rápido a las complejidades del Estado y su gestión redunde en beneficio para el país.