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Última esperanza

Si fracasan las conversaciones de paz en La Habana la contienda se...

3 de septiembre de 2013 Por: Ramiro Andrade Terán

Si fracasan las conversaciones de paz en La Habana la contienda se volvería crónica y vendrían otras décadas de matanza metódica, indiscriminada y sistemática. Que es la que Colombia vive: una violencia única en América Latina. Gobiernos van y vienen. Y nosotros en las mismas: dándonos bala con macabra persistencia. Los presidentes pasan: ellos no pudieron devolver la tranquilidad a una nación que ha padecido todas las desgracias. Con una sociedad que se acostumbró a la muerte y no reacciona frente al horror de una larga confrontación plagada de episodios atroces. Esto ocurre en un país que en otras épocas fue llamado la “Atenas Suramericana”; con una tradición jurídica respetable: con escritores y pensadores eminentes: y con un pueblo con fama de buenos lectores. Todo eso se lo llevó el viento de las guerras políticas, la confrontación social, la violencia y los gobiernos mediocres. Llevamos 54 años en las mismas. Hemos ganado un ‘máster’ en una lucha absurda, estéril, donde no hay vencedores. El costo en vidas por el brutal enfrentamiento es incalculable. Los gobiernos aseguran que harán la paz, llegan a San Carlos y el resultado es una nueva frustración. De vez en cuando se realizan ‘conversaciones’ que fracasan. Y seguimos en el mismo calvario. Ahora estamos en una etapa clave, decisiva. Es la última esperanza.¿Reaccionará algún día nuestra sociedad contra esa guerra eterna, con acciones efectivas? ¿Colmará plazas y calles -inmensa, unida, poderosa para exigir la paz? ¿Vendrá un Presidente que obtenga resultados concretos en este propósito nacional? Ojalá podamos verlo. Analistas de la violencia que tanto daño le hace a una nación enferma, afirma que se está “acabando el tiempo para acordar la paz”. Es una verdad rotunda. El tiempo se acabó. Es ahora, o nunca. Todos los países de América Latina deberían emprender una cruzada para silenciar los fusiles en Colombia con hechos concretos, visibles y ajenos a cualquier interés distinto. Hay que pasar de la retórica a la práctica. Como en la expresión popular “el movimiento se demuestra andando”. Para acabar con el problema fundamental de la nación los colombianos tenemos un compromiso ineludible con la pacificación y debemos colaborar en esa tarea, de la que depende el futuro de la República y de quienes la habitamos.