Al juego de los pobres

El mundo tiene un nuevo jugador en el universo sórdido de la pobreza y las dificultades: los Estados Unidos de América. Que de ser los reyes imbatibles del planeta pasaron a una decadencia que, hasta el momento, no tiene cura. La potencia económica y militar más grande, entró hace pocos años en una escalada de la pobreza y vio, cómo su formidable poder se debilitaba. Vueltas que da el mundo Norteamérica creció, como la espuma, entró en periodo de tenaz recesión. De grandes créditos terminó solicitando préstamos a organismos internacionales muy poderosos. Ya no para dar dinero a manos llenas: para recibirlo y paliar su crítica situación interna. A todo puerco gordo le llega su san Crispín y EE.UU. está en ese camino espinoso de ser uno de los grandes deudores del momento. Los gringos se empobrecen gradualmente y ya están superados por Alemania en su crecimiento.Acostumbrados a dar, al poder de su inmensa capacidad económica, ahora visitan las lujosas oficinas del Crédito Internacional para tramitar -con gran discreción- sus crisis y malos momentos. Como uno más en la inmensa comunidad de los que no tienen fortuna. Con mucha vergüenza, los oficiales norteamericanos pelan el diente, dan la cara, solicitan mucho para recibir poco ¡vaya! ¡vaya!, vivir para ver. Que esta parte del mundo que nos ha tocado vivir no tiene garantías de mantener a los ricos para siempre. De un momento a otro, el que no tiene cuenta corriente amanece al lado de un amigo a quien se tragaron las deudas y hoy es su hermano en la miseria. Sin cuenta corriente, con embargos que se llevan su patrimonio y navegando en las aguas hostiles de la pobreza que no perdonan.EE.UU. entró al juego de los pobres. Si se observa con algún cuidado el desarrollo de la sociedad actual, se concluye que en lo que estamos es en una carrera por acabar con las grandes fortunas y crecer aún más para dar paso a otra forma más refinada y brutal: las megas-fortunas, miles y miles de millones de dólares que reposan en las arcas de las grandes transnacionales. A espera del llamado para volar como halcón imperial a engullirse al pez chico. No ha desaparecido la creencia del gran juego imperial que invadió el planeta y se concentró en volver más pobres a los pobres. En esta ruleta, América Latina lucha, pero no se hunde. Con razón se le llama el ‘Continente de la Esperanza'. ¿Hasta cuándo? ¿Sobreviviremos en este siglo cargado de tormentas sociales y amenazas de guerra nuclear en Asia y la India?