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Presidentes investigados

La corrupción, el abuso de poder y la impunidad van de la mano, atizados por un público desencantado con sus líderes, obsesionado por sus propios intereses y cada vez más extremista

17 de junio de 2023 Por: Muni Jensen

Donald Trump tiene problemas. En los últimos meses, poco después de declarar su candidatura presidencial le cayeron varios vasos de agua legales. Los recientes cargos federales en su contra se suman a las múltiples investigaciones del Congreso, el Departamento de Justicia y fiscales locales sobre su manejo de documentos clasificados, con cargos ante su papel en ataque al Capitolio en 2021, y la resistencia a aceptar el triunfo de Joe Biden. Enfrenta también acusaciones de abuso sexual, difamación y manipulación de las elecciones en el Estado de Georgia.

Trump ha violado leyes electorales, se ha saltado reglas de seguridad nacional, ha escondido papeles, falsificado sus impuestos, sobornado y mentido a dos manos. Varios de sus amigos y asociados están en la cárcel o investigados. Contra todos los pronósticos, el flamante candidato pasó del juzgado a recibir cargos por 37 delitos, a su mansión en Nueva Jersey, donde pronunció un discurso desafiante, negando todos los cargos. Sus seguidores más fieles, impávidos, se activan y redoblan su apoyo.

Aunque en los últimos días ha bajado su popularidad, Trump sigue dominando los medios, dejando poco espacio para sus rivales republicanos, que no logran arrancar ni un titular. Como están las cosas, Trump será el candidato de su partido, con una real opción de ganarle a Joe Biden, cuya edad, frecuentes caídas, además de sitiado por la izquierda extrema ha eclipsado -a veces injustamente- sus logros en varios flancos.

Falta año y medio para las elecciones presidenciales y ya está en plena acción el circo de Trump. Algunos especulan incluso que podría gobernar desde la cárcel. La situación es inverosímil, pero no es la única en el mundo. Donald Trump es uno de muchos líderes que han terminado investigados o en la cárcel. La lista es larga, entre los expresidentes que terminan presos.

En Francia, Israel, Brasil y otros 75 países los mandatarios mundiales han sido encarcelados o declarados culpables en los últimos 23 años. Figuras como Netanyahu y Lula han rebotado con éxito. Cristina de Kirchner se salvó de ir a prisión. Sarkozy en Francia fue sentenciado a la cárcel. Silvio Berlusconi, que falleció recientemente, entró y salió de la cárcel intercalando la prisión con sus años como primer ministro.

Ni hablar de América Latina, donde los líderes casi siempre terminan investigados. Perú ha acusado o encarcelado a todos los expresidentes salvo uno desde Alan García en 1985. Tienen en común estos mandatarios en que la mayoría de los cargos son de corrupción. En Estados Unidos, como nos ha recordado la prensa en las últimas semanas, solo Ulysses Grant fue arrestado durante su presidencia por conducir su carroza, jalada por un caballo, demasiado rápido. Más conocidos fueron los casos de Richard Nixon, que renunció por el escándalo de Watergate, y Bill Clinton, por sus deslices, donde ninguno de los dos fue a la cárcel.

Esta larga lista habla poco de la integridad de los líderes mundiales, aun en los países democráticos. La corrupción, el abuso de poder y la impunidad van de la mano, atizados por un público desencantado con sus líderes, obsesionado por sus propios intereses y cada vez más extremista. No está clara la solución a este ciclo vicioso. Lo único que vale es el apego al Estado de Derecho, el contrapeso de las cortes, la imparcialidad los medios, las ONG comprometidas y no politizadas, fuerzas de seguridad limpias, empresas responsables y una sociedad activa y comprometida con el bien común.

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