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Santiago Castro
Santiago Castro | Foto: El País

Columnistas

Pilares de la democracia

Mientras las demandas surtan sus tiempos, el daño ya está hecho. Igual que el daño perpetrado por la política de Paz Total que ha devuelto al país a sus peores épocas de dominio del narcotráfico.

8 de abril de 2024 Por: Santiago Castro

En un momento crucial de nuestra historia, donde nuestra democracia se pone a prueba por un presidente que, frente a la pérdida de sus mayorías legislativas, muestra ahora su autoritarismo sin tapujos, sobresalen instituciones que sacan la cara por el país y se convierten en el muro de contención frente a una corriente que nos está llevando vertiginosamente al oblivion del caos y la pobreza.

Le hago un reconocimiento al Congreso y a los partidos políticos, incluyendo a algunos en los cuales ya había perdido la esperanza. Me equivoqué y debo resaltar el valor patriótico que significó plantarle cara a un gobierno que para conseguir sus objetivos no se ha detenido ante nada, llámese mermelada, acoso y/o amenazas. No puedo dejar de resaltar además a los líderes que desde un principio asumieron casi en solitario y con una valentía extraordinaria la oposición. Espero ahora que, tras el hundimiento de la reforma a la salud, se repita la hazaña con la reforma pensional y laboral.

Por otro lado, están las Cortes y los organismos de control, que han asumido su rol y han puesto en jaque la agenda de Gustavo Petro en varias ocasiones. La Procuraduría no se demoró en abrir investigación contra el Superintendente ante esta toma vengativa de las EPS. Asimismo, la Corte Constitucional tiene al ministro Jaramillo reconociendo que la Unidad de Pago por Capitación UPC no es suficiente, lo que prueba que la crisis “explicita” se debe principalmente a la omisión del estado en reconocer costos reales. Hemos visto también a la Corte Constitucional bastante activa, donde piezas claves de la agenda política del Pacto Histórico han sido eliminadas o recortadas. Ni hablar de la Corte Suprema de Justicia que no se dejó presionar por las amenazas directas y físicas de las huestes petristas, que pretendían determinar la persona y el momento en que el alto tribunal debía escoger la nueva fiscal general de la nación.

Queda por destacar la prensa libre en Colombia, que ha desarrollado un papel espectacular de investigación y control político, confrontando y controvirtiendo al opresor oficial, mientras reciben presiones y amenazas. Las mentiras, las promesas incumplidas y las contradicciones de este gobierno han quedado al descubierto, y el hecho de que la desaprobación del Presidente casi que dobla sus niveles de aprobación, se debe en no poca medida a estos héroes guardianes de la democracia.

Ahora bien, la capacidad regulatoria y de intervención en sectores claves, y sin necesidad de legislación, siguen siendo amplias, y lo vimos esta semana con la intervención de Sanitas, lo que coloca ya la salud de 26 millones de colombianos bajo el control directo del estado. Mientras las demandas surtan sus tiempos, el daño ya está hecho. Igual que el daño perpetrado por la política de Paz Total que ha devuelto al país a sus peores épocas de dominio del narcotráfico. En el entretanto, se hunden la inversión y la economía.

Pero consideremos ahora que el viacrucis de la salud fue apenas un abrebocas para la madre de todas las batallas, que es la pretensión de subvertir nuestra carta magna por medio de un “proceso constituyente” convocado y elegido por mecanismos antijurídicos al mejor estilo Chavista. Aquí sí se verá el talante nuestro para no permitir que nos enfilen por el ruinoso camino de Venezuela y Cuba. Y vendrá la hora del actor definitivo, el ciudadano, que con su presencia en las calles y con su voto en el 2026, podrá poner fin de una vez por todas a esta insoportable pesadilla, para que el país reencuentre su ruta hacia el crecimiento, la seguridad, y la prosperidad.

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