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Les va pasando el mareo

Poco a poco, la comunidad internacional va entendiendo lo que sucedió en...

17 de octubre de 2016 Por: Pedro Medellín

Poco a poco, la comunidad internacional va entendiendo lo que sucedió en Colombia. El Nobel de 2010, Mario Vargas Llosa, es quien mejor lo sintetiza: “Algo mareados por los fastos de la espectacular movilización con que se celebró la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno colombiano y las Farc, los partidarios del Sí nos llevamos una mayúscula sorpresa cuando, desmintiendo todos los sondeos, el No se impuso en el plebiscito”. Y lo que más impactó, como reconoce el propio escritor es que el 63% de los votantes se abstuvo de participar. “Es evidente que no hay ni puede haber tres cuartas partes de Colombia a favor de esa guerra”, afirma tratando de entender lo ocurrido.Pero es el expresidente uruguayo Pepe Mujica, quien ofrece una explicación de lo sucedido al decir que la “negociación entre el Estado y la guerrilla ha sido demasiado gerencial y con poca participación de los de abajo. La gente se ha asomado como a un balcón al proceso de paz”. Algo debe estar sucediendo, se preguntaba el exguerrillero, pues “el movimiento obrero está con la paz, pero no apoya al gobierno”.Por su parte, el asesor del gobierno colombiano, el exguerrillero salvadoreño Joaquín Villalobos, reconoce ese carácter excluyente de la negociación, pero lo justifica argumentando que “eso hubiera implicado perder la oportunidad de desatar la dinámica que sobre la marcha ha puesto fin a medio siglo de guerra”.Más allá de las reacciones que comienzan a verse sobre lo ocurrido el pasado 2 de octubre, lo cierto es que comienza a bajar la bruma de la “paz en Colombia”. Esa que llevó a pensar a la comunidad internacional que, desde la firma del acuerdo sobre víctimas y justicia el 23 de septiembre de 2015, la paz en Colombia ya estaba hecha. Todo lo demás era asunto de pequeños ajustes. Por esa razón a donde Santos iba, era objeto de toda felicitación y aprecio.De ahí en adelante, la fastuosidad se fue imponiendo. Desde su intervención en Naciones Unidas prometiendo que en seis meses regresaría como Presidente de un país en paz, hasta la apoteósica firma del acuerdo final un año después (el 26 de septiembre) en Cartagena, cada firma, cada acuerdo se convirtió en un hecho que era más grandilocuente que el anterior. Desde la firma del acuerdo el 23 de junio, con la presencia de la primera línea de la ONU, hasta la entrega del texto del Acuerdo Final al presidente Obama y luego al Secretario General de esa organización en septiembre pasado, la comunidad internacional entendió como un hecho irreversible la llegada de la paz a Colombia.Y como el gobierno colombiano no escatimó ningún esfuerzo, ni ningún dinero por semejante paso, pues era obvio que los jefes de Estado y los dignatarios de los más importantes organismos internacionales y personalidades mundiales que fueron invitadas a las distintas reuniones, quedarán mareados por la magnitud de un proceso impecable de negociación del fin de un conflicto armado.El único problema es que todo se hizo antes de que se produjera el plebiscito que refrendaría los acuerdos. Y como la comunidad internacional suponía que la negociación se había hecho con la participación de todos, pues cualquier resultado adverso sería incomprensible. La molestia era tan grande, que incluso en los debates en el Parlamento español, como cuenta la periodista Teresa Giménez, “varios diputados llegaban a referirse a los electores del No en términos despectivos e insultantes”.Por fortuna, el mareo ha comenzado a pasar y la comunidad internacional poco a poco comienza a entender lo sucedido. Tanto que algunos gobiernos comienzan a ser acusados de haber cometido una temeridad, por “haberse puesto del lado soleado de la calle”. Así su contribución política y económica va a ser menos pomposa y más efectiva.