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Una voz iluminante

Siempre he creído que si el Presidente Santos le solicitara al jesuita...

5 de julio de 2015 Por: Patricia Lara

Siempre he creído que si el Presidente Santos le solicitara al jesuita Francisco De Roux que hiciera parte del equipo negociador de La Habana, tal vez no como representante suyo pues probablemente él rehusaría a matricularse en uno de los bandos, pero sí como observador con voz en todos los encuentros entre guerrilleros y delegados del gobierno, las conversaciones podrían avanzar más rápidamente porque quizás el Padre Pacho, con su voz iluminante, podría situar las discusiones en un nivel más espiritual, donde la dignidad prevalecería sobre la fuerza y la generosidad sobre la gloria que acariciarían los que quisieran trasladar a la mesa sus triunfos en el campo de batalla.Como una muestra de lo que él podría aportar, y para que sea tenido muy en cuenta por los dirigentes de las guerrillas, transcribo algunas de las frases contenidas en su columna titulada ‘El Desafío de Mandela’ (El Tiempo, 2 de julio de 2015).Poniendo el ejemplo de este surafricano, “un guerrillero que pasa del sabotaje, la insurrección de masas y el terrorismo a la conquista de sí mismo, tras 26 años de cárcel, para conseguir una inmensa autoridad moral”, con lo cual “ganó el liderazgo sobre sus compañeros, el respeto del gobierno adversario en la negociación, su libertad, la fe de su pueblo y, finalmente, el triunfo político de su causa en Sudáfrica y el consiguiente reconocimiento de la comunidad internacional”, el Padre De Roux les dice a los líderes de las Farc y del ELN que “tienen el desafío de llegar a ser autoridad moral ante sus hombres, ante Colombia y ante el mundo”. Y agrega: “si lo logran, estoy convencido de que, no importa lo que haya ocurrido en la guerra, conquistarán el respeto nacional y mundial y serán actores determinantes en la transformación de Colombia. Si no lo consiguen, no alcanzarán el apoyo nacional que legitime y refrende un acuerdo. Incluso, si llegaran a conseguir una paz precaria sin haber ganado autoridad moral, no tendrán futuro político ni reconocimiento mundial”. Añade que ellos deben ser conscientes de que si quieren que “su causa no muera con ellos, tienen que conquistar, como seres humanos, una autoridad que no se la darán la ideología ni la audacia de los atentados, sino la demostración, con sus propias vidas, de que son consistentes con los valores morales que el pueblo de Colombia y del mundo pide a los que buscan pasar de la guerra a incidir en la política”.Y el Padre De Roux concluye: “la realidad es que el pueblo colombiano no percibe en la Farc ni en ELN la dimensión moral que Sudáfrica sintió en Mandela. Y esta comprensión del pueblo no se gana con discursos ni atentados contra torres y oleoductos, que perjudican principalmente a la población civil inocente. Y, cuando se ha ganado, no puede ser destruida por la manipulación de los medios masivos de comunicación (…) Necesariamente”, comenta Pacho De Roux, “las Farc tenían que reaccionar a los bombardeos que se siguieron a los soldados muertos en el Cauca; pero la forma de reaccionar en una coyuntura tan difícil era la oportunidad para demostrar la grandeza de luchadores que se hacen merecedores de la confianza del pueblo (...)?? Hay un momento único de la madurez de la vida en el cual los luchadores como Mandela, sin abandonar los ideales, tienen que demostrar su propia grandeza moral o desaparecer para siempre del escenario. Este es el desafío más grande que tienen hoy las Farc y el ELN”.Sí, mediten sobre estas palabras, señores del ELN y las Farc. Ellas les señalarán el camino