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Si su hijo muriera…

Que un niño muera es incomprensible. Pero si él es su...

28 de febrero de 2016 Por: Patricia Lara

Que un niño muera es incomprensible. Pero si él es su hijo, su dolor lo imagino como una puñalada eterna en el corazón… Y si el niño muere porque lo ataca una leucemia fulminante (leukemia mieloide aguda), ese dolor, supongo, no solo se multiplica sino que se le debe convertir en una rabia inconsciente contra el destino; contra los médicos, que quizás no actuaron con diligencia; contra usted mismo porque, como padre, o usted, como madre, no le pusieron la debida atención al dolorcito de cabeza que presentaba su niño; o, incluso, contra los que contaminan el ambiente porque ellos pudieron contribuir a que se le generara esa leucemia, como parece haber ocurrido en el caso que les voy a narrar. Oliver Strong, de 12 años, el hijo mayor de la antigua periodista de Caracol, Vilma Tarazona, hoy reportera de Univisión en Miami, y del inglés Simon Strong, antes periodista del Financial Times, ahora reportero e investigador independiente, era un niño feliz, generoso, preocupado por la pobreza y el sufrimiento de los demás; un niño que tenía ganas de cambiar el mundo, gran jugador de fútbol, quien apenas terminó su año escolar a comienzos del pasado junio decidió que, en vacaciones, dejaría un poco el fútbol y se dedicaría al tennis. Alcanzó a jugar pocos días. Hacia el 8 de junio le dio dolor de cabeza. Sus padres le recetaron Tylenol. Pero el dolor aumentaba y, luego, se volvió insoportable. Lo llevaron al médico. Dijo que parecía a mononucleosis. El niño empeoró. Le tomaron exámenes de sangre. Algo resultó anormal en las plaquetas, pero el asunto no parecía tan grave. Le dieron antibióticos. El dolor no cedió. Después examinaron la médula y encontraron la respuesta: Oliver padecía esa leucemia. Le hicieron radiografía de tórax. Una sombra apareció invadiéndole el pulmón. Le pusieron máscara de oxígeno. Entonces él dijo: creo que voy a morir. No volvió a hablar. A las 36 horas del diagnóstico de leucemia, Oliver estaba muerto.El dolor de su madre, de su padre y de Edward, su hermano de 11 años, es inenarrable. Sin embargo ellos se dedicaron a pensar cómo hacer menos mortal a Oliver. Para eso crearon la fundación ‘Forever Strong’, en la que unieron el amor de Oliver por el fútbol con la investigación sobre las causas de la leucemia, de manera que, en el futuro, ese mal pueda prevenirse y no haya más niños que mueren así.Para financiar su proyecto, consiguieron miles de balones de fútbol casi indestructibles, precisos para que los niños jueguen con ellos en las calles, los usen en las escuelas de fútbol, en los colegios, en fin, para que la gente los compre por 50 dólares, de los cuales 25 se destinan a pagar el balón y los otros 25 a financiar la investigación científica. (Si desea contribuir haga click en esta página: http://oliverforeverstrong.com).-Si pudiéramos ayudar a descubrir las causas de la leucemia_, le dijo Vilma Tarazona al Huffington Post, _sería el mejor regalo para Oliver, y podríamos llenar la páginas del diario que él no pudo terminar.P.D: Hasta donde van las averiguaciones de Simon Strong, en el último par de años se ha disparado la cifra de niños que en el sur de Florida mueren de ese cáncer. Parece que una de las causas sea la calidad del agua, a donde vierten los desechos de fertilizantes y fungicidas (algunos con glifosato) de un par de grandes ingenios azucareros. Muchos se han quejado, pero nada pasa. El ansia de dinero ha podido más: ¡hasta que se acabe la especie!